En el Día Nacional del Medio Ambiente saltan a la luz una serie de reflexiones en torno al cuidado que como sociedad le entregamos y a la importancia, por un tema de vida o muerte, de la necesaria protección y conservación de distintos ecosistemas amenazados actualmente en Chile, como glaciares, bosques nativos, humedales y por supuesto, toda la flora y fauna que coexiste en ellos.
Como cada 2 de octubre, en Chile se celebra el Día Nacional del Medio Ambiente, fecha que busca sensibilizar a los ciudadanos sobre el trato y cuidado que se le otorga, pero, además, sobre la necesidad de avanzar en políticas públicas que vayan estrechamente ligadas a su conservación.
En dicho punto, actualmente nuestro país vive todo un revuelo ligado a cómo proteger el Medio Ambiente. Lo anterior, debido a que, pese a la organización y educación de la sociedad civil en materia ambiental, muchas veces dichos esfuerzos chocan con las políticas públicas que permiten o incentivan el daño a distintos ecosistemas, por ejemplo, a través de la explotación de minerales, de monocultivos forestales, del negocio inmobiliario sin regulación, de las hidroeléctricas, y muchos, muchos otros.
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Es más, actualmente en Chile de discute la aprobación del Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico, más conocido como TPP11, el que podría dejar a Chile a expensas de las transnacionales, no solo en el plano económico, sino que también medioambiental, considerando que la regulación de los proyectos extractivos o energéticos podría quedar supeditada a arbitrios internacionales.
Hoy, en el Día Nacional del Medio Ambiente, más que festejar quizás se debiera reflexionar sobre los irreversibles alcances que tiene para nuestro país y el mundo, el desmedido avance de la mega industria energética, que en Chile pretende imponer a toda costa la fabricación de hidrógeno verde, a través de energías renovables por intermedio de parques eólicos, granjas fotovoltaicas y otras infraestructuras.
La naturaleza en Chile sigue en peligro y, por tanto, es preciso que las políticas públicas se desarrollen en armonía con su resguardo. Además, es urgente profundizar en la fiscalización y regulación de empresas que, como las salmoneras, llegan incluso a establecerse al interior de parques nacionales marinos y terrestres, como ocurre en las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes donde, paradójicamente, se concentra la mayor cantidad de superficie protegida a través del Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE).
Lo mismo ocurre con la desmedida expansión de monocultivos forestales en el centro sur del país, donde ecosistemas enteros, como bosques nativos, ríos o humedales, sucumben ante la escasez hídrica y la acidificación de los suelos derivada de la explotación forestal.
Hoy, el presidente Gabriel Boric llegó hasta Atacama, justamente para festejar el Día Nacional del Medio Ambiente, pero eso podría quedar solo en fotos y celebraciones, si a través de la ratificación del TPP11, le entregamos los ecosistemas en Chile en bandeja a las transnacionales.