Para este miércoles está programada en el Senado, la votación del Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico, más conocido como TPP11. Pese a los innumerables emplazamientos, tanto de la sociedad civil, organizaciones socioambientales y economistas, el Gobierno sigue quedando en deuda en materia medioambiental, optando por abstraerse de su tramitación, apuntando a las Cartas Laterales o “Side Letters” entre países, las que, en definitiva, no serían vinculantes con el tratado.
En este punto, agrupaciones como la plataforma Chile Mejor sin TLC, ha expuesto la falacia que significarían estas cartas bilaterales enarboladas por la canciller, Antonia Urrejola, apuntando a que la esencia del tratado no puede ser modificada.
Si bien desde el Gobierno han destacado algunas ventajas económicas, estas son más bien marginales y con los Tratados de Libre Comercio que ya sostiene Chile, se podrían asegurar de igual forma.
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El TPP11 y la atadura de manos para Chile
El TPP11 es un tratado transpacífico que Chile no debe firmar, pues ello significaría, en la práctica, que los países desarrollados que ya lo han firmado (Inglaterra, Nueva Zelanda, Australia) tengan gran poder para impedir que Chile pueda emprender proyectos de rubros que no abarcaba antes del tratado y que sí los tienen ellos. En términos simples, es un tratado que nos ‘amarraría las manos’.
Por otra parte, estos no son tiempos de urgencias para suscribir tratados y actuar precipitadamente, y con mayor razón si son de alto riesgo para el país. En el mundo ya no seguirán las «Cosas como Siempre» o “Business as Usual», sobre todo después de esta enorme crisis energética a la que se ha llegado por la ambición, imprevisión e irresponsabilidad de grandes grupos empresariales trasnacionales y por los políticos, ajenos a los intereses y necesidades de las mayorías.
Además, con la aprobación del TPP11, cualquier empresa que viera debilitadas sus ganancias en territorio chileno, podría demandar al Estado ante cortes internacionales, frenando en seco cualquier reforma o política pública que modifique las reglas del juego donde las trasnacionales estén inmiscuidas, como, por ejemplo, reforma de pensiones, salarios mínimos, resoluciones ambientales, entre otras.
TPP11 e Hidrógeno Verde
Las fuentes de energía renovable, tales como el Sol y el viento -materializadas en granjas fotovoltaicas y parques eólicos, y que en estricto rigor no son “energías limpias”- no son sustituto del carbón, petróleo o gas. Tienen una mucho menor densidad de energía, no están disponibles a la demanda, ni son ‘despachables’ como las convencionales.
La captura y el secuestro de carbono, para disminuir la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera y frenar el calentamiento global, no proporcionarán nada más que un respiro.
El tan mentado y ambicioso plan nacional de Hidrógeno Verde (H2v), en el que se tiene tanta fe, es una tecnología inmadura, que está verde; la verdad es que está «en pañales» y lleva varias décadas de intentos de aplicación sin poder arribar a buen puerto. Las razones son los altísimos costos involucrados en la fabricación del hidrógeno, las complejidades intrínsecas para su almacenamiento, transporte, distribución y usos finales, además de la bajísima eficiencia energética de los procesos involucrados.
Si no saben estas cosas nuestras autoridades, los políticos, y los gremios profesionales y empresariales, es ya hora que lo sepan.