Por Peter Hartmann, Director de CODEFF.
Después de las catástrofes viene la reconstrucción. Después de los incendios ¿la rehabilitación y la restauración? Y por cierto también, aprender la lección y prevenir las próximas. Parece que el cambio climático se ha convertido en una gran amenaza, al igual que nuestra lejanía cultural nacional a lo natural y esa codicia que ya lo ensucia todo.
Aparentemente, al menos en algunas regiones la emergencia de los incendios ha pasado gracias a la lluvia caída. En otras continua, aunque siendo menos los frentes, el combate se torna más abordable.
En estos días también, Codeff se ha visto involucrado en la emergencia, tratando fauna silvestre afectada junto a l Colegio de Médicos Veterinarios y buscando como recaudar fondos para la rehabilitación, el monitoreo del estado de sitios de interés de aves, para el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre para recibir animales dañados, recolectando insumos médicos para actividades en terreno, realizar campaña de rastreo y rescate de fauna silvestre y formando parte del Comité Nacional de Restauración Ecológica que levantó el Ministerio del Medio Ambiente. Eso además del trabajo de coordinación con otros organismos, servicios públicos y la Federación de Estudiantes de la U. de Concepción.
Si Chile no estuvo preparado para enfrentar esta catástrofe, menos lo estamos nosotros una ONG con escasos medios como es Codeff para afrontar el mega desafío del monitoreo, rastreo, rescate, recuperación y rehabilitación y la restauración. Claro que no nos íbamos a quedar con los brazos cruzados y así se ha hecho lo que ha estado dentro de nuestras capacidades. Y es por eso también, que estamos recaudando fondos con nuestros aliados internacionales para poder afrontar de mejor forma el desafío.
En cuanto a la restauración ecológica, tenemos muy claro que ésta le ha hecho mucha falta a la Región de Aisén después de los famosos incendios históricos que arrasaron con alrededor de 2.800 hectáreas y nos sumieron en sus consecuencias y por ende la desertificación y el empobrecimiento territorial. E igualmente vimos con interés las intenciones de hacer algo al respecto en las laderas del Divisadero tras el incendio del verano pasado. Quien sí conocimos que estuvo trabajando en restauración fue Tompkins y sin duda que de sus esfuerzos hay harto que aprender. Viniendo ahora el impulso desde el Ministerio del ramo y que seguramente buscara financiamiento internacional, tenemos la esperanza esta vez pase algo de nivel nacional en concreto y en serio.
Cuando se habla de este tema de la restauración ecológica, lo primero que se nos viene a la mente es la historia de “El hombre que plantaba árboles” de Jean Giono, la cual recomendamos leer. Esta trata de un joven que antes de la 1º Guerra Mundial visita la Provenza francesa, un lugar despoblado y árido y se queda sin agua, recurriendo a un pastor, Eleazar Bouffier, que le convida. Este pastor tiene la costumbre de ir con su cayado haciendo agujeros poniendo dentro una baya (semilla de fagácea). El joven vuelve tras algunos años y se encuentra con un renoval de arbolitos, mientras Bouffier había cambiado las ovejas por abejas. Al cabo de algunos años más, se encontró con todo un bosque pletórico de vida silvestre y surcado por múltiples arroyos. También se encuentra ahora en ese valle con muchos humanos que viven de los beneficios del bosque. Dicen que esta historia, además, es una alegoría a los tiempos esos de guerra en Europa.
Lo otro que se nos viene a la mente, son las leyes ecológicas. Esas que por más que hagamos de todo por ignorarlas, terminan por imponerse sobre toda ley y proyecto artificioso. Como los monocultivos de pinos y eucaliptus, por ejemplo. Esas leyes son: 1. Interdependencia: todas las formas de vida están interrelacionadas (“efecto mariposa”); 2. Estabilidad por diversidad: cuanto más especies exista en un ecosistema, mayor será su estabilidad; 3. Todas las materias primas son limitadas y existen límites en el crecimiento de todos los sistemas vivos: estos límites se hallan determinados por el tamaño de la Tierra y por la limitada cantidad de energía que nos llega del sol.
Finalmente, tenemos la esperanza que de las cenizas de estos incendios nazca un ave Fénix que nos devuelva el interés como nación por nuestro patrimonio natural y que nos devuelva un Chile más parecido a aquel original y no ese remedo prestado para el lucro de unos pocos. Toda crisis como esta trae consigo también una oportunidad, en este caso para aprender de nuestros errores.