Por Peter Hartmann, Socio Honorario y Director Filial Aisén.
Desde que llegamos a Aisén hemos estado averiguando sobre sus pueblos originarios y hoy en día seguimos fascinados aprendiendo de los pueblos Kawéskar, Aonikenk y Chono. Y la verdad es que cuando uno recorre los parajes, tanto esteparios como de los canales y fiordos, donde antaño circulaban estos cazadores recolectores nómades, no cuesta mucho imaginárselos ahí y de echarlos de menos. ¡Sus espíritus y también algún descendiente están ahí muy presentes!
Este tema está en el tapete a causa del “conflicto Mapuche” y los hechos acontecidos la semana pasada en la “Araucanía”, inclusive las demostraciones de racismo bastante habituales por parte de chilenos, que según el último estudio sobre el tema, casi todos tienen su porcentaje de sangre y ADN de pueblo originario. O sea, ni siquiera se respetan a si mismos. Y tal vez peor aún, aparecieron como callampa “institutos” y “expertos” enarbolando teorías y opiniones harto temerarias y que son utilizadas a mansalva. ¿En qué momento los heroicos araucanos de los que nos enseñaron en la escuela se convierten en seres despreciables y peligrosos? ¿Cómo es que los chilenos sabemos tan poco sobre nuestros pueblos originarios como para no respetarlos? Hace no mucho casualmente surgió este tema en un conversatorio organizado por la Subsecretaria de Patrimonio y a modo de conclusión llegamos a que existe bastante información, pero la desconocemos. O sea hace falta un mayor esfuerzo en difundir, en enseñar, en darle importancia a esta temática para la cual no hay mucha prioridad en un país volcado hacia afuera y a otras prioridades. Y claro, la ignorancia es pasto seco para las “molotovs” de panfleteros y racistas.