Peter Hartmann, Coordinador Coalición Ciudadana por Aisén Reserva de Vida
El pasado sábado 22 sobregiramos los recursos anuales de la Tierra, tres semanas más tarde que el año pasado. Este sobregiro evidentemente lo provocamos los humanos y no la Tierra y es una forma de calcular y hacer patente de que nos estamos pasando de largo en usar recursos que son limitados. Es una forma de medir huella ecológica. Esto es como ir en una nave espacial y farrearnos la comida, ir fundiendo la nave para hacer joyas, gastarnos la batería en mirar farándula y quemar el combustible para volver en jugar a las carreras.
Sobre este tema del sobregiro nos encontramos conversando a nuestro amigo ecólogo y socio fundador de Circular, Bernardo Reyes, el viernes pasado. Circular es la Asociación de Consumidores Responsables de Chile, parte de Global Footprint Network y Bernardo es un antiguo amigo ecologista de la Araucanía y la Patagonia, donde ha estado trabajando en diversas iniciativas. Por lo demás, Bernardo tiene un hermoso huerto en su vivienda en La Rein; el dice que para meter las manos en la tierra y no volverse loco. Y por cierto que es una forma de ser coherente.
Y esto del sobregiro y huella ecológica, si bien son conceptos novedosos, tiene antecesores. Por ejemplo, en cuando Manfred Max Neef nos decía, incluso acá en Coyhaique, que el famoso Producto Interno Bruto, PIB, solo mide lo que se puede sumar, pero no considera que nos estamos consumiendo el sustento, el capital. Ese PIB es el peor indicador y según éste en Chile tenemos un ingreso anual de veinticinco mil dólares per cápita. ¡Saque cuentas de si realmente tiene ese ingreso! En aquel entonces, 1982, este economista Premio de la Justa Subsistencia (Nobel Alternativo) proponía las Cuentas Ambientales, un sistema de medición de balance con suma y resta y transparentar que el crecimiento económico muchas veces esconde de que proviene de la venta de los muebles de la casa y hasta de ganancias a costa de enfermos y muertos. ¡Pero, vaya que nos cuesta modificar malos hábitos y nos gusta auto-engañarnos! Ahora la propuesta es medir huella ecológica; cuanto entra y cuanto sale y evitar sobregirarnos en la cuenta. Este sobregiro provocado por la población humana mundial ya implica estar demandando recursos de 1,6 Tierras y que llevamos dieciocho años de deuda ecológica, lo cual igual que en una cuenta bancaria, tarde o temprano nos traerá problemas. Y no menores.
¿Y porque este año el sobregiro se produjo tres semanas mas tarde que el año pasado? Pues, porque con la pandemia han bajado algunas de las demandas, principalmente por menor consumo de combustibles de aviones y viajes a la oficina. Aunque tres semanas, si bien es algo e indica que se puede, no es suficiente.. Por ejemplo Bernardo ahí explicaba que estamos excediendo la biocapacidad del planeta que es de 3,6 hectáreas de producción por persona y vamos en 4,8. Que tenemos que considerar que producir una caloría de alimento vegetariano tiene una huella menor a la carnívora que es muy alta, aparte que redunda en costos en salud. Esto se refiere mas bien a las carnes industriales que tienen un alto consumo energético, de agua, alimento artificial y en tala de bosque. También vale considerar la conversión energética: un cultivo que entrega cien calorías, transformado en carne se transforma en solo una. El resto lo consumió el animal en su metabolismo y demás cuerpo. En esto vale hacer presente que la mitad de la superficie utilizada del planeta es para producir alimentos, de los cuales se pierde al menos un tercio, aspecto prioritario a ser considerado. También hizo énfasis en que se deben respetar los estuarios como zona sagrada por los procesos biológicos que ocurren en ellos.
Otra forma de revisar sobreocupación de suelo, como nos ha tocado hacer en planificación territorial, es medir densidad ecuménica y calcular factor poblacional. Aquí como se apreciará, se contradice el mito de la región colonizable con baja densidad poblacional geográfica. En el Informe IREN -Corfo, 1980, considerando la población de 1977, se consigna que la Región de Aysén tiene una densidad geográfica de 0,55 hab/Km2, siendo sin embargo el área ecuménica (suelo productivo ocupable) de solo 16,2 % del total (el resto es glaciar, roca, sobre limite vegetacional) y existiendo una densidad ecuménica (real) de 3,4 hab/Km2. De esa época tenemos las densidades geográficas vs ecuménicas de las comunas de Cochrane, Tortel y O’Higgins y sus factores poblacionales; esto es, de si este excede a uno, no hay suelo colonizable y existe pobreza, o la población debe proveerse o/y se esta proveyendo de otros recursos y sectores (pesca, servicios, industria). Los factores poblacionales eran: Cochrane =2,48, Tortel= 1,5 y O’Higgins = 0,2. O sea, solo O’Higgins tenia suelo colonizable, lo cual con la conexión caminera y aumento de población de los últimos años debe haber cambiado. En todo caso, este cálculo era con capacidad y productividad de clima de Zona Central, o sea, esa densidad ecuménica y esos factores son bastante más altos si se considera lo anterior (5 hab/Km2 y factor 5 a 6 en Tortel).
Como alternativas y ejemplos de baja huella ecológica en esa conversación con Bernardo Reyes se nombraron: la economía familiar campesina, el esfuerzo en reactivación verde de Europa, los huertos urbanos, los programas de comprar en grupo, el intercambio y reparación de ropa y otros, el mejoramiento térmico de las construcciones, la energía solar, el evitar botar alimentos, cambiar hábitos y producir compost, bajar consumo de proteínas animales, reconocer y practicar la restauración ecosistémica y las soluciones de resiliencia basadas en la naturaleza. ¡Sin lugar a dudas esto de bajar nuestra huella ecológica y evitar el sobregiro es un tremendo y urgente desafío cultural, parte de aquel de mitigar el cambio climático!