Por Peter Hartmann, Director CODEFF Aysén
Dos iniciativas energéticas nos han llamado la atención en estos últimos tiempos. Una es aquella de la producción de hidrogeno verde en Chile y el otro, aquella de Kosten Aike, de generación eléctrica con energía eólica. Ambas se presentan como solución para la contaminación y evitar gases efecto invernadero.
Durante la discusión sobre la Política Energética Regional de Aysén (esa que quedo medio olvidada por el actual gobierno) alguna vez hicimos mención de que en vez de destruir la región con represas, embalses y líneas de alta tensión, mejor sería producir hidrogeno con hidroeléctricas mas chicas y de poco impacto y ser país líder en un nuevo combustible limpio. Esa vez hasta los del ministerio de Energía nos miraron como si fuésemos alienígena, cuando los alemanes ya contaban con plantas de producción modulares y había ciudades enteras funcionando con buses a hidrógeno, inclusive Londres para las Olimpiadas.
El año pasado, el ministerio de Energía publicó una bastante político marquetera Estrategia Nacional del Hidrogeno Verde y a fines de año hubo una instancia de entrega de observaciones a ésta. La cuestión es que se pretende que Chile se convierta en actor relevante en producción y exportación de hidrógeno barato, generando un nuevo sector económico, reemplazando el petróleo y sin emisiones de efecto invernadero. La idea es generar polos de desarrollo en Atacama y Magallanes, aportando 50 millones de dólares para proyectos. Junto con exportar, también se pretende que la minería se reconvierta al hidrogeno y genere menos emisiones y hasta se habla de producir “cobre verde”. En esto habría apoyo e intereses alemanes y las empresas líderes nacionales en el tema serian la italiana Enel y la francesa Engie. Luego nos enteramos que el proyecto piloto Highly Innovative Fuels en Magallanes, de Andes Mining & Energy, es de Enel, Siemens, Porsche y Enap y su objetivo es producir metanol, el que se presenta como combustible verde (francamente no sabemos qué tan verde es producir H2 para metanol, y que gases expele este combustible). También hay en ciernes un proyecto piloto estadounidense en Atacama. Y pensamos que la licitación del Instituto de Tecnologías Limpias a un consorcio de ese mismo país no es casualidad. También concordamos con el Rector de la U. de Chile en que pareciese que hay seria intención en “impedir que desarrollemos ciencia y tecnología” nacional.
Precisamente esa es una de nuestras observaciones a la estrategia del ministerio, en la cual sin haber etapas previas de desarrollo de conocimiento, tecnología, capacidades nacionales, se pretenden polos de desarrollo exportadores. Así, todo ese “desarrollo” estará en manos extranjeras para exportar combustible y cobre barato para ellos y para variar seguiremos siendo colonia extractivista.
Valga aclarar que para producir hidrogeno se requiere agua (que no sabemos de dónde la sacan en Atacama) y grandes cantidades de energía, que se pretende sea renovable, solar y eólica. También, evidentemente, se requiere conocimiento y tecnología, lo cual no tenemos. Por cierto que fabricar placas solares y turbinas eólicas también requiere conocimiento, tecnología, energía, metales importados (CO2). O sea aquí también hay dependencia.
Si bien es de interés y urgencia bajar las emisiones de CO2 y desarrollar el uso de baterías de litio y vehículos eléctricos y ahora el hidrogeno, nos parece que si eso se hace de la misma forma subdesarrollada y traicionando los intereses de desarrollo sustentable nacionales, como suele ocurrir por una casta política miope que le interesa solo su propio interés, estamos muy mal.
En cuanto al proyecto Kosten Aike, este es un parque eólico de 10 generadores que suman 36 MW (que debe ser mas menos lo que se genera actualmente en toda la región) ubicados en el sector Coyhaique Alto, desde donde la electricidad se transporta por tramo aéreo de 1.440 m. y 806 m. soterrados y otros 2400 aéreos, hasta una subestación ubicada en el cruce Coyhaique Medio-Las Bandurrias. El proyecto es propiciado por la patagónica familia Galilea que estuvo mostrando ya un anteproyecto al cual se le hicieron algunos alcances y ahora aparece bajo la gerencia del ex de Energía Austral, Alberto Quiñones, y domiciliada la empresa en Las Condes. ¡Vaya uno a entender porque y donde queda el compromiso regionalista! A fines del año pasado fue presentada su Declaración de Impacto Ambiental y a causa de una solicitud de Codesa y la Agrupación Aisén Reserva de Vida se logró que haya participación ciudadana.
El proyecto se puede ver en el Servicio de Evaluación Ambiental y su sitio web, también en el Gobierno Regional y la Municipalidad de Coyhaique y el plazo de entrega de observaciones, por escrito, es el 29 de enero. Por nuestra parte, en lo ambiental, si bien el proyecto nos parece interesante y posiblemente un aporte a la descontaminación de Coyhaique, si es que logra bajar la tarifa eléctrica, nos preocupa su impacto en las aves, en especial los cóndores, en sitios arqueológicos del sector y en el Monumento Natural Dos Lagunas, desde el cual es visible la línea eléctrica. Esta línea perfectamente se puede correr fuera de vista o soterrar como demuestran que es posible hacer en su propiedad. En estos últimos impactos, a nuestro parecer, podría aplicar además el artículo 11 d) de la Ley de Bases sobre el Medio Ambiente, debiendo presentar Estudio de Impactos y no solo Declaración.
Entonces, nos parece fabuloso se trabaje en pos de descontaminar y bajar emisiones ante la emergencia climática y salud local, pero tampoco se debe olvidar la sustentabilidad del desarrollo nacional y regional como tarea multipropósito y prioritaria.
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