En COLUMNAS

Por Carlos Bonifetti Dietert, director de CODEFF

La sostenibilidad consiste en desarrollar las comunidades humanas de manera que su estilo de vida, sus negocios, sus estructuras físicas y su tecnología no interfieran con la capacidad inherente de la Naturaleza de generar y sostener la vida en el planeta.

No me provocó sorpresa pero sí indignación la lectura de la columna de la Ministra de Medio Ambiente Carolina Schmidt: “Crecimiento Económico y Cambio Climático”, publicada al pie de la página 7 del diario El Sur, en la edición del sábado 2 de enero, sobre todo por lo expresado en su párrafo inicial: «Derribar el mito que crecimiento económico y ambición climática [sic] se contraponen, ha sido uno de los objetivos del gobierno como política de Estado, base del crecimiento y desarrollo sustentable [sic]».

Dicha frase es errónea pues el ‘crecimiento económico’ sí se contrapone a la ‘ambición climática’ (entendiendo que por ambición haya querido decir que el clima global no continúe con sus fuertes distorsiones -desde los comienzos de La Revolución Industrial a la fecha- producto del calentamiento global antrópico) [*]. Es más, –y lo hemos explicado en varios artículos sobre el tema en este semanario- el crecimiento económico nacional y mundial es absolutamente incompatible con el desarrollo sustentable. A mayor abundamiento: a mayor crecimiento económico tanto menor es la sustentabilidad del desarrollo. O dicho en otras palabras –para que se entienda mejor- el crecimiento económico en un mundo de bienes naturales finitos está en contra del desarrollo sustentable. Volveré sobre esto más adelante.

Vemos así, que la definición de la verdadera sostenibilidad, que encabeza esta columna, no se está cumpliendo desde hace ya varias décadas. Y esa es la definición más certera del concepto, que dejó atrás la definición de desarrollo sustentable inicial conocida mundialmente y adoptada a partir del informe “Nuestro Futuro Común”, publicado en 1987 durante la preparación a la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, realizada en Río de Janeiro, Brasil, en 1992 (en la que la niña canadiense Severn Cullis-Suzuki pronunció su famoso discurso, predecesor del de Greta Thunberg en la COP 24 [**]). El informe fue también conocido como Informe Brundtland, debido a que la Comisión encargada de su publicación fue liderada por la ex Primera Ministra noruega Go Harlem Brundtland.

La definición original, hoy en entredicho, fue: “Desarrollo sustentable (o sostenible) es aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer las capacidades que tienen las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades”. De fuerte orientación antrópica y de compromiso para dejar a todos contentos con la igualdad de “peso específico” (mal) otorgada a los aspectos ‘económicos’, ‘sociales’ y ‘ambientales’.

Ello ha llevado a que no pocos académicos, autoridades y  políticos tradicionales la llamen “el círculo virtuoso del desarrollo sustentable”, basándose en casos –en que aseguran pero no identifican- […] “se han logrado superar los antagonismos entre crecimiento económico, equidad social y conservación ambiental, reforzándose mutuamente y con resultados satisfactorios para todas las partes involucradas (win-win, es decir, todos ganan)” [1]. Evidentemente eso es una falacia, pues el crecimiento económico se basa en la extracción de los llamados “recursos” desde la naturaleza, sin que jamás sean recuperados ni menos repuestos. Dicho de otro modo, es la contradicción intrínseca del capitalismo: crear falsa riqueza a partir de ¡destruir el capital! conformado por los bienes naturales: agua, mares, suelos y bosques con su fauna y flora asociadas, hoy en desequilibrio y raudo avance en el camino hacia el agotamiento. [2] [3]

En el siguiente párrafo de su columna, la Ministra nos ofrece otra perla de altos quilates: «Dadas nuestras características naturales, la acción climática en Chile mejora la calidad de vida de las personas y potencia nuestro crecimiento». Y así continua diciendo cosas –que evidentemente no entiende-, sobre ‘carbono neutralidad’,…’la hoja de ruta construida en el marco de la COP 25 y base de nuestra ley marco de cambio climático’ (donde Chile hizo el ridículo a nivel mundial),…‘Economía Circular’,…‘plan de economía cero residuos’ y otras lindezas por el estilo.

El prendedor de plata de la columna lo pone con su comentario: […] «el liderazgo de Chile en estas materias está siendo reconocido internacionalmente»; y sigue, aseverando que Chile ha logrado estar en los primeros lugares de los rankings mundiales de acción climática y desempeño ambiental. Al parecer la Ministra aún no sabe que el desierto viene avanzando inexorablemente hacia el Sur, apurando el tranco aprovechando el camino allanado por las plantaciones de paltos que siguen creciendo ad infinitum en terrenos no aptos para agricultura sustentable, y regados con agua que se les quita a los pequeños agricultores de los valles.

Finalmente, el broche de oro final lo pone con la mención del Plan Nacional de Protección de Humedales, lanzado hace ya varios meses, “liderado” por el MMA y financiado por el PNUD con el primer plan (y probablemente el último) de “Protección de Humedales Costeros”, que marcha de tumbo en tumbo. Este plan, con gasto de ingentes sumas de dinero, pretende buscar y encontrar las amenazas que enfrentan los humedales costeros de Chile. Lo penoso de este nuevo esquema de despilfarro inútil de dinero, es que no es necesario buscarlas pues las amenazas ya se conocen desde hace mucho tiempo. ¿Cuáles son, se preguntará el lector?, pues estas: el MOP-Dirección de Vialidad, invadiendo y destruyendo humedales en todo el territorio; el MINVU-SERVIU, con sus desastrosos planes reguladores comunales y metropolitanos que permiten, y seguirán permitiendo, edificar dentro de los humedales y reservas naturales urbanas; las empresas inmobiliarias y la Cámara Chilena de la Construcción, que van detrás empujando sin pausa con la consumación de urbicidios al expandir las ciudades con antiestéticas urbanizaciones banales; y el mismísimo Ministerio de Medio Ambiente, que sigue hablando de “soluciones basadas en la naturaleza y reactivación sustentable [sic]”, y mientras tanto hace la vista gorda con este penoso y lamentable escenario nacional o mira hacia otro lado.

El manido ‘crecimiento’ es el que tiene a la humanidad en rumbo de colisión y el gobierno de la nación sigue insistiendo con sus monsergas, bajo la atenta mirada del Tío Sam. Por favor Ministra, no nos siga tratando de embucharnos ‘ruedas de carreta’ [3].  Hace ya bastante tiempo que alcanzamos  “el umbral del crecimiento”, como nos lo dijo Manfred Max-Neef varias veces, el que no debimos haber sobre-pasado. Reitero, una vez más: ha llegado el momento de recapacitar y de comenzar, de una vez por todas, a hablar en serio.

Debemos rechazar el concepto subdesarrollado del desarrollo que convierte el crecimiento tecno-industrial en la panacea de todo desarrollo antropo-social, y renunciar a la idea mitológicade un progreso que se acrecienta hasta el infinito

Edgar Morin

N. del autor: El gráfico completo, del cual la figura superior es el comienzo en el año 20.000 A.C. y la inferior el final,  hasta el año 2100 D.C., está en la referencia [*].

Fuente de figuras:

[*] https://theoldreader.com/profile/5141a247bd92797f8a0012f2

[**] Vídeo Cumbre de Medio Ambiente y Desarrollo, Río de Janeiro, 1992: https://www.youtube.com/watch?v=vYWtlRsGjs8

Referencias y lecturas:

[1] Chile – Desarrollo Sustentable y Agenda 21

[2] http://marish-hit.blogspot.com/p/32.html

[3] http://www.revista.unam.mx/vol.14/num9/art35/

[4] https://laventanaciudadana.cl/ruedas-de-carreta/

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