En AMBIENTALES

Este martes y miércoles, se conmemoraron los días internacionales de los Bosques y del Agua. Al respecto, compartimos con nuestros socios y amigos algunas reflexiones atingentes a estas fechas.


Lo primero que debemos comprender es que ambos, los bosques y el agua, están indisolublemente coligados, de tal modo que no puede existir el agua en los ríos, lagos, lagunas y humedales si no existiesen los bosques del mundo.


“Los árboles son los pilares que sostienen el cielo -no árboles individuales- sino el bosque, la bomba biótica, una máquina increíble que trabaja bombeando agua desde el aire por encima de los océanos y la distribuye de forma gratuita a toda criatura viviente. El don último de la vida”. Este maravilloso concepto es el fundamento del libro “La Palabra para hablar del Mundo es Bosque” (Título del libro en inglés: «The Word for World is Forest”) de la escritora Úrsula Le Guin.
Los científicos rusos Anastassia Makarieva y Víctor Gorshkov nos regalaron en 2006 el fruto de sus investigaciones: el concepto de “la bomba biótica”, que se basa en el concepto que el mayor impulsor de los vientos es la capacidad de los bosques para condensar la humedad, en lugar de los gradientes de temperatura.

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A través de la evapotranspiración, los árboles de los bosques liberan vapor de agua en la atmósfera. A medida que el vapor se eleva por su menor densidad, se va encontrando con capas de aire frío y se va condensando, formando nubes. En el cambio de estado físico -desde gas a líquido- disminuye el volumen de las moléculas de agua -más o menos dispersas en el espacio- porque se aglomeran formando pequeñas gotas, generando así un descenso de la presión atmosférica. Esto hace que el aire que está más abajo en zonas de menor presión sea succionado arrastrando el aire más húmedo, desde el mar o de la superficie foliar del bosque. El bosque es, entonces, una bomba que produce vapor, y que al final, genera la lluvia.


Las lluvias que caen sobre la corteza terrestre, al hacerlo sobre los bosques, sus gotas son frenadas en su veloz caída por el efecto amortiguador del follaje, depositándose suavemente sobre el mullido y (otrora) grueso suelo orgánico evitando erosionarlo y acumulándose como en una esponja gigantesca -un enorme embalse natural- para luego infiltrarse en el subsuelo o escurrir suavemente entre la hojarasca hasta nutrir los arroyos alimentadores de los ríos que descienden hasta el mar acarreando los nutrientes indispensables para sostener la cadena trófica de la vida marina. Luego, desde la superficie de los mares, de nuevo la evaporación del agua movida por la “bomba biótica” regresa a los continentes, completándose el ciclo del agua y sus “ríos aéreos”. Es la maravilla de la naturaleza en todo su esplendor con la trilogía BOSQUE – AGUA – VIDA.


Para el funcionamiento estable y permanente de la “bomba biótica” y del ecosistema en su totalidad, es necesario incluir, además de los árboles de los bosques, a los pastizales, las denominadas malezas, las bacterias, los hongos y todos los animales que interactúan entre sí. Es decir, la flora y fauna en su totalidad, que está en el nombre y lema de CODEFF, nuestra querida organización.


Sin embargo, desde que nos bajamos de los árboles y devenimos en “monos de la sabana” (la simpática metáfora de Ugo Bardi para referirse al homo sapiens) hemos venido destruyendo y exterminando los bosques, y, por ende, las fuentes de agua dulce: la bomba biótica.
La estadística nos da la una dramática fotografía de la realidad: el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), menciona casi 13 millones de hectáreas de bosque perdidas por año, es decir, una pérdida de 2/3 de los bosques a escala global en tan solo 10.000 años.

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La tasa no aminora, se mantiene. Intentemos frenar la deforestación y mejor aún, minimizarla, al menos en Chile, antes de que sea demasiado tarde (si acaso ya no lo es). De ello dependerá la disponibilidad futura de agua y de nuestra supervivencia en la Tierra; de soluciones verdaderamente basadas en la naturaleza, y no de la desalinización del agua de mar ni de otras soluciones complejas basadas en la tecnología.


Invitamos a todas las organizaciones socioambientales de Chile, pequeñas y mayores, a trabajar unidos por la defensa de los bosques y del agua. Debemos animarnos a hacerlo por nuestros hijos y nietos.

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