Por Carlos Bonifetti Dietert, director de CODEFF e Ingeniero C. Mecánico U. de Concepción.
“Todos los organismos vivos tienen las Leyes de la Termodinámica incorporadas en sus genes, excepto los humanos”.
¿Qué nos está pasando? Se nos está acabando el tiempo y no lo queremos reconocer. Queda muy poco tiempo (¿20, 30 o tal vez 50 años?) para desandar camino y permitir que el planeta Tierra restaure los grandes daños que le hemos hecho. Nos lo vienen advirtiendo científicos e investigadores desde hace varias décadas. Llegó la hora de leer sus obras, escuchar sus advertencias y actuar.
Numerosos científicos han investigado los cambios y alteraciones antrópicas sufridas por la Tierra de modo notable a partir de los albores de la Revolución Industrial y del invento de la máquina a vapor. Hacia fines del siglo XVIII comenzó a aumentar la cantidad de dióxido de carbono (CO2) emitido a la atmósfera debida la combustión del carbón usado en las calderas para producir el vapor necesario para mover las máquinas de las industrias, los trenes y los buques. Con el descubrimiento de petróleo en Estados Unidos y la invención de los motores de combustión interna, aparece un nuevo combustible que con su uso creciente se sumó al carbón, aumentando la producción de dióxido de carbono.
La acumulación de este gas en la alta atmósfera provoca el llamado “efecto invernadero”. Tal como un invernadero atrapa la radiación solar que atraviesa el vidrio y calienta el suelo bajo la cubierta, que a su vez calienta el aire para poder cultivar plantas y hortalizas en climas templados y fríos, la capa de CO2 impide que el calor re-radiado desde la superficie del planeta escape hacia la estratósfera, aumentando así la temperatura media de la atmósfera y de los océanos. Este fenómeno se conoce como Calentamiento Global.
Este “calentamiento global” está provocando graves cambios en el clima terrestre y la desaparición de especies animales y vegetales con inusitada rapidez. Si no detenemos esto ahora, las alteraciones descritas se harán irreversibles.
No se ven en Chile, ni en los demás países, actitudes positivas reales y tangibles para cambiar la tendencia, salvo tímidas declaraciones y rimbombantes conferencias mundiales sobre el cambio climático, como las Conferencias de las Partes (COP), compuesta por todos los Estados (Partes), que constituyen el órgano supremo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), adoptada durante la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, en 1992. Entró en funciones el 21 de marzo de 1994 y ha sido ratificada por 196 estados. La Convención reconoce la existencia de un cambio climático debido a la actividad humana y atribuye a los países industrializados la responsabilidad principal para luchar contra este fenómeno.
Uno de los principales objetivos fijado en el Acuerdo de París, en la COP21, 2015, fue mantener por debajo de los 2°C el aumento de la temperatura global durante este siglo, y en lo posible limitar dicho aumento a 1,5°C [1]. Hasta la COP 24, de diciembre de 2018, son muy poco tangibles los avances logrados y una de las potencias más contaminantes del orbe, Estados Unidos, se ha marginado de los acuerdos. Así las cosas, será muy difícil que se logren las metas.
Chile ha propuesto contribuciones para cumplir ese objetivo, las que están detalladas en el documento Resumen de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional [2]. Sin embargo dichas contribuciones, bastante tímidas por lo demás, en poco y nada se han cumplido; parecen más bien meras intenciones esbozadas a última hora, desganadas, así como ‘para cumplir’.
Las discutibles actuaciones del actual gobierno del Presidente Piñera -aprobando con impaciencia y casi desesperación cuanto proyecto de inversión se le pone por delante con el objetivo declarado de “aumentar el crecimiento y el PIB” y “generar empleos” sin que se tomen en consideración los impactos ambientales negativos- están contribuyendo a todo lo contrario de los objetivos de las COP y de un desarrollo sustentable.
Luego de esta breve reseña de las situaciones de incertidumbre en que estamos hoy, es oportuno destacar y reconocer a los científicos que han contribuido con sus trabajos, investigaciones y sabiduría, a enseñarnos qué tipo de desarrollo debió y debe asumir la humanidad para evitar lo que está sucediendo: Donella Meadows, Dennis Meadows, Jorgen Randers y el equipo del M.I.T. que elaboró los informes Los Límites del Crecimiento (1972) y Más Allá de los Límites del Crecimiento (1992) [3]; Aurelio Peccei, fundador del Club de Roma; James Lovelock, químico y Lynn Margulis, bióloga, creadores de la hipótesis Gaia y autores del libro del mismo nombre (1979); E. F. Schumacher, economista inglés nacido en Alemania, autor del libro “Lo Pequeño es Hermoso”; Kenneth Boulding, economista, profesor y estudioso de la paz; Manfred Max-Neff et. al., autores del libro El Desarrollo a Escala Humana; Ugo Bardi, químico-físico autor del libro “Los Límites del Crecimiento Retomados”, entre muchos otros.
Finalmente, caben en todo esto dos preguntas: ¿Se puede continuar con este modelo ultra-neo-liberal de crecimiento económico (que algunos le agregan de adorno la palabra “sustentable”)? y ¿se puede crecer de forma infinita en un planeta finito?
Respuesta: No, pues las Leyes de la Termodinámica son inmutables. O, al menos no se puede crecer así en el sistema cerrado del planeta Tierra actual, o mientras no encontremos recursos materiales fuera del planeta -una utopía-. Lo que está pasando a todo nivel en estos tiempos de incertidumbre, tiene bastante que ver con estas cuestiones, estamos intentando salir de una crisis que es sistémica e tratando de buscar una salida a un problema que en el fondo es de física. Como especie intentamos burlar a la Segunda Ley de la Termodinámica e innovando constantemente, estamos saturados de cosas y de todo como consumidores, aumentando los desechos y la contaminación hasta límites que hace pocos años eran inimaginables y los recursos naturales están escaseando para satisfacer el ritmo que exige “el crecimiento de los porfiados” que, como ya dijimos no es posible continuar.
Necesitamos un cambio de rumbo urgente. Esperemos que no sea hacia un abismo.
Figura: Mina Invierno, Isla Riesco (Fuente Emol)
Referencias:
[1]https://www.infobae.com/america/mundo/2017/06/02/asi-ha-aumentado-la-temperatura-en-la-tierra-desde-1950-hasta-2017/
[2]https://www.bcn.cl/observatorio/bioetica/noticias/tras-una-nueva-cop-que-tanto-se-ha-avanzado
[3] http://servicioskoinonia.org/relat/392.htm
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Artículo publicado el 20 de mayo de 2019 en La Ventana Ciudadana www.laventanaciuadadana.cl,