En COLUMNAS

El jueves 30 pasado se cerró la posibilidad de efectuar observaciones en el proceso de Evaluación Ambiental Estratégica para la Política Energética de Aysén. Hasta ahí llega la participación ciudadana en esa política, al menos en lo formal.

Al respecto, hay que relevar el esfuerzo del Ministerio de Energía en que hubiese participación ciudadana, la que conto con una relativamente buena información sobre el tema, al menos con quienes constituimos los grupos de trabajo para estos efectos. La verdad es que además aprendimos harto en un tema bastante complejo de entender para neófitos. Y eso se notó ahora, cuando esos neófitos definitivamente no tenían mucho como participar. Es un problema que ya venía de antes cuando las empresas, los “expertos” en el tema (que suelen hacer consultorías para las empresas) y el ministerio, llevaban el debate a nivel técnico, en lo que, queriéndolo o no, la ciudadanía queda colgada. Por supuesto es más fácil arreglárselas entre pocos que con decenas de ciudadanos metiendo cuchara. Y en las ONG’s nos ha costado años poder “participar” opinando en el tema. Está claro que falta mayor cultura energética y ambiental para una adecuada participación, y no solo en este tema. Otra demanda más para la educación de calidad y la extensión de la institucionalidad y academia.

Ahora, en cuanto al anteproyecto de la política regional y su informe ambiental bajo observación (sobre 400 páginas) vale comentar que se elaboró en los tiempos en que aun existían HidroAysén y Energía Austral, empresas que con ayuda de varios adláteres defendieron sus intereses en eso y que el ministerio, que evidentemente en esto tiene la sartén por el mango, hacía de todo con tal de mantener abierta la opción de los escenarios con megaproyectos exportadores de energía para el Sistema Interconectado. Pero ocurrió que esas empresas ya no existen y la necesidad nacional de tener que recurrir a la “despensa” o “pila” energética aisenina, tampoco.

Energías renovables no convencionales, ERNC, tienen harta por allá y harto más cerca. O sea, se “perdió” el esfuerzo de quienes estaban en eso y ahora la política puede ser realmente regional y para solucionar problemas regionales. Por lo demás, esa política es “para Aysén”, no para solucionar supuestas necesidades de más al norte. Además está la oportunidad de que Aisén sea un ejemplo energético nacional de ERNC, eficiencia, ahorro e innovación.

En ese marco es que a la política energética regional, a nuestro parecer, aun da para mejorarle aspectos como fomentar las ERNC y olvidarse de las “renovables” (esas que incluyen megaproyectos de represas), la democratización energética con energía distribuida, autogeneración, autonomía, respeto al derecho humano al agua y que se centre en el bien común y de ser coherente con Aisén Reserva de Vida.

En la parte ambiental, nos llamó la atención que el malo de la película sería la contaminación de la leña, olvidando el tremendo problema que implica que cerca del 70% de la matriz sea en base al petróleo, combustible importado y con poderosas empresas transnacionales y nacionales intermediarias y que es de los principales responsables del cambio climático. También olvidaron referirse a otros problemas, como cuando las eléctricas monopolizan el agua en las cuencas, afectado el derecho humano a este vital elemento, o como líneas eléctricas cruzando por paisajes de parques nacionales y otros de alto valor, o que los megaproyectos implican mega-impactos ambientales.

En lo referente a ambiente y sustentabilidad, echamos de menos una comparación y análisis de que tan ambientales y sustentables serian diferentes alternativas. Vale recordar que el petróleo también implica la dependencia de tecnologías sofisticadas importadas. Y en otras alternativas como la eólica, la solar, la mareomotriz, la geotermia y las hidroeléctricas mayores, ocurre algo parecido. Igual habría que evaluar los impactos que produce cada una, también en la fabricación de componentes, su transporte, su vida útil y mantención, cuanto empleo local producen, tipo de administración y dependencia de empresas foráneas, costos, efectos colaterales, continuidad y posibilidades de combinar, necesidad de líneas de transmisión (costo e impacto). O sea, ahí hay bastante como para revisar prejuicios.

Peter Harttman, Director Filial CODEFF-Aisén.

Recommended Posts