En COLUMNAS
Por Peter Hartmann, director de CODEFF

Definitivamente, no nos gustan los muros, empezando por aquellos de las represas. Y claro, puede que algún murito sea necesario, en especial aquellos con vanos. Tampoco nos gustan aquellos muros sociales patológicos tipo “The Wall” o tipo Trump o el que dividía Berlín o el de los israelíes en Palestina. Definitivamente, nos gustan más los ríos libre, los puentes, los espacios públicos de encuentro, en especial los parques y áreas verdes y las áreas silvestres.

No en vano llevamos décadas de campaña contra los muros de represas de Proyectos de Aysén, luego Alumysa, ahora Energía Austral y de Endesa luego Hidroaysén. Por algo nos manifestamos este domingo pasado en el puente Los Palos de Pto. Aisén contra aquellos muros de represa del peligroso, ecocida, nefasto e inviable proyecto Río Cuervo y en El Baker para que ese río se mantenga libre y vivo y recuperar sus aguas para los ribereños. Y por supuesto, esos proyectos de represas son innecesarios como lo ha demostrado la realidad de estos últimos tiempos.

Y en estas luchas, lo que uno jamás se espera es que le salga pleito por o con un muro indeseado en su propia propiedad, como nos ocurrió la semana pasada. En este caso,  por un proyecto de muro de contención del SERVIU en el borde de la población Madre Amadora, para el cual la constructora F y P invadió nuestra propiedad, destruyendo cerco y árboles, llevándose parte de estos últimos. Y eso, a pesar de haberle explicado al jefe de obras la situación y de que teníamos la mejor disposición para buscar una solución que dejara contentas a las partes involucradas.

No sé si se habrán dado cuenta que los muros esos “tipo contención” están de moda. Parecen ser buen negocio, relativamente fáciles de construir y grandes montos implicados, a pleno gusto de constructoras y algunas autoridades que prefieren gastar grandes sumas en pocos y simples proyectos. Si bien algunas veces realmente son necesarios, habitualmente vienen a ser un parche tras una población o calle mal localizada y/o mal concebida. Es cosa de ver los muros que se construyen como parte del “parque” Simpson a orillas del “Bypass” ¡Y eso para hacerle espacio a una super-ciclovia pavimentada! O el muro en el bandejón eriazo de Av. Divisadero entre A. Serrano y Victoria.

Pues, debajo de donde vivimos en los faldeos  hacia el cordón Divisadero  y a causa de las aguas que bajan por estas, hay dos interesantes casos de muros que perfectamente pudieron evitarse. Como se recordará, a causa de la destrucción del bosque en las laderas del Divisadero,  en 1966 y otra vez en los 70s, hubo grandes aluviones que bajaron hacia Coyhaique. Esos aluviones, entre otras consecuencias, obstruyeron la quebrada Alegre y desde entonces el agua que no alcanzaba a filtrarse a través de las piedras, escurría hacia abajo. No en vano el Plan Regulador de 1984 fijaba una franja de restricción desde las zanjas evacuadoras de aguas lluvias hacia arriba. ¡Y las zanjas esas por algo fueron construidas ahí! El Plan Regulador de 1989, aun vigente, bajó un poco la restricción; el riesgo desde el cerro al reforestarse las laderas y con las obras de diques en las quebradas estaba disminuyendo, y ahora en ese lugar hay zona Z-6 que permite subdivisión sobre 2.000 m2, 25% de ocupación del terreno y construcciones aisladas. Además, exige estudio de suelos y topografía del terreno. ¡Sin embargo, en ese lugar y Z-6 se observan dos o tres poblaciones de viviendas sociales con subdivisiones menores a los 160 m2! Y como ahí la pendiente es empinada, para construir las poblaciones se recurrió a grandes cortes en el terreno y algunas obras de contención. Así se puede apreciar, a escasa distancia de las viviendas, taludes verticales de metros de altura. Aparte del riesgo, por ahí cada vez que llueve harto bajan verdaderos torrentes de agua. Quienes son afectados en las poblaciones evidentemente reclaman, y en eso hasta escuchamos  que “los ecologistas de arriba les mandamos encima el agua”. Tras un desastre invernal, en una de esas poblaciones conocida como “los trencitos”,  en el 2012 se construyó un mega muro de contención (Pasaje Ollagua) que costo “solo” $ 90.246.509. Al invierno siguiente escuchamos en la radio que el agua había pasado por encima del muro y abajo seguían reclamamndo. Fuimos a mirar el lugar y nos encontramos con que alguien había solucionado el problema desviando el agua con una cunetita, en lo que debe haber demorado una o dos horas. El invierno pasado construimos una cuneta en nuestro terreno desviando esas aguas hacia donde debían estar, la quebrada Alegre y podemos asegurar que a la población de ”los trencitos” ahora solo llegaran aguas que se junten de ahí hacia abajo. Igual disminuirán algo las aguas hacia la población Madre Amadora. Y hacer eso fue bastante simple.

Y el segundo caso, el del muro del SERVIU y F y P Constructora, (desconocemos los  millones involucrados), según el jefe de obras su mega-muro es para contener el terreno, pero las vecinas de abajo reclaman que es por el agua. O sea, el muro lo más probable es que sea inútil. Y si se observa el lugar, los árboles esos que nos cortaron, sujetaban perfectamente el terreno, el corte hacia las casas de abajo es de algo mas de un metro y fácilmente se puede bajar su altura perfilando el terreno y tal vez construyendo un muro menor, dándole trabajo a una cuadrilla de trabajadores,  en vez de meter maquinaria pesada. Y el agua evidentemente habrá que desviarla con una cuneta o dren, lo cual también se puede hacer sin mayor destrucción y con costos menores.

Moraleja; los muros muchas veces parecen suelen ser patológicos y evitables para un mundo mejor y donde se respete la Madre Tierra y sus leyes, así como los derechos de quienes somos afectados.

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