En AMBIENTALES

Se las puede encontrar desde el altiplano hasta Magallanes, e incluso una crece en el archipiélago Juan Fernández. Solo viven en estado silvestre, ya que los esfuerzos por domesticarlas han sido muy limitados.

Cuando se menciona la palabra orquídea se suele pensar en una densa y húmeda selva tropical. Pero la verdad es que las orquídeas también crecen en regiones de clima templado.

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Es así como en nuestro territorio viven al menos 72 especies, según lo consigna la segunda edición ampliada de la Guía de Campo de las Orquídeas de Chile, que acaba de ser editada por la Corporación Chilena de la Madera (Corma). “Lo más relevante es que en la versión anterior de 2006 se presentaban 50 especies y ahora aumentamos a 72”, destaca el botánico Diego Alarcón, quien junte a sus colegas Patricio Novoa, Mauricio Cisternas, Erwin Domínguez y Jaime Espejo aportaron sus investigaciones para la publicación.

“Muchas especies todavía no han sido clasificadas en categorías de riesgo, pero lo más probable es que deban consignarse como vulnerables o en peligro de extinción”, dice Alarcón. Son poco conocidas y además su hábitat coincide con zonas sujetas a cambios muy rápidos, especialmente de uso de suelo, en la zona entre Valparaíso y Biobío.

A ello se suma que ha sido muy difícil domesticarlas y que si bien ha habido algunos intentos con la Chloraea crispa, los resultados han sido limitados. Por ello, para verlas hay que salir de las ciudades aunque no muy lejos, en algunos casos. Es así como en Santiago se las puede ver en la parte alta del cerro Manquehue o en los cerros de Caleu, mientras que en la V Región es posible observarlas en la parte alta de Valparaíso y Viña del Mar.

Justamente en esta zona es donde más se ha producido reducción de su hábitat, reconoce Patricio Novoa otro de los autores, quien es investigador del Jardín Botánico Nacional.

De hecho, cuenta, hay descripciones antiguas de que la Chloraea gavilu era abundante entre los cerros Los Placeres y Barón, pero esa zona hoy está completamente urbanizada.

Tampoco crecen en todas partes.

Normalmente prefieren las laderas expuestas al sol que miran hacia la costa o hacia el sur. “Sospechamos que muchas dependen de la presencia de un hongo con el que entran en una estrecha relación”, dice Novoa.

Con coloridos que van desde el blanco al rojo, pasando por el amarillo y el verde, se las puede encontrar desde el altiplano hasta Magallanes salvo en la Región de Atacama. Es así como a orillas del lago Cotacotani, en la Región de Arica y Parinacota, vive la Myrosmod.es nervosa, que está entre las únicas orquídeas que crecen a más de 4 mil metros de altura.

Otra exclusividad es la Gavilea insularis, que solo crece en la isla Alejandro Selkirk, en el archipiélago Juan Fernández.

Pero la que se lleva todos los títulos de rareza es la Bipinnula taltalensis, que florece gracias a la camanchaca de Paposo, cerca de Taltal. Solo ha sido vista en dos ocasiones, en 1951 y 1990. Novoa es optimista: “La próxima semana voy a Antofagasta a hacer unas charlas y aprovecharé para hacer una pequeña expedición a ver si la encontramos”.

 

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