En COLUMNAS

En el contexto de la semana por la Biodiversidad, desde CODEFF compartimos este artículo publicado en La Ventana Ciudadana para recordar a nuestros socios y amigos que el Santuario de la Naturaleza Humedal Bahía, está bajo una grave amenaza de subsistencia futura:
la intención que subyace en el oficialismo estatal de repletar las estepas de la Patagonia de parques eólicos para transformar la energía eólica en energía eléctrica para fabricar hidrógeno verde mediante aerogeneradores. Aparte de la mortalidad de aves que provocan, instalar parques eólicos en las inmediaciones del más austral humedal del austro del Cono Sur de América, sería nefasto para las aves migratorias que llegan desde Canadá a veranear año a año.

Jason Hickel, antropólogo especializado en economía, es un destacado defensor del decrecimiento, la teoría que argumenta que si queremos proteger nuestro bienestar y la salud del planeta debemos abandonar nuestra obsesión capitalista con el crecimiento económico. Recientemente acaba de publicar ‘Menos es más. Cómo el decrecimiento salvará el mundo’ (Capitán Swing, 2023).[1]

Su premisa es clara: reconocer la gravedad de la crisis climática implica aceptar la necesidad de transformar radicalmente nuestras economías.

Todos los días leemos en la prensa conservadora tradicional a economistas, empresarios y comentaristas políticos sus escritos y columnas con opiniones que contienen, casi sin excepción, un lugar común: “para desarrollarnos necesitamos crecer para así poder aumentar el bienestar de la gente, crear puestos de trabajo y disminuir la pobreza”. Complementan sus análisis con cifras del PIB, en distintos períodos de las últimas décadas y de diferentes países del primer, segundo o tercer mundo, como si ese sacrosanto índice fuese el mejor indicador del estado ‘económico’ de un país y un predictor de su futuro en el concierto entre las naciones del orbe.

Este simplismo que se ha transformado en un estándar y se repite y repite hasta el cansancio y que en el fondo nada aporta debe terminar; basta con que aparezca el paradigma, que escribí arriba entre comillas, para darse cuenta que la lectura carece de seriedad analítica y mueva a abandonarla ipso facto.

También puedes revisar | Colonialismo energético

En mi opinión el PIB, más que un índice del grado de desarrollo de un determinado país, es en la realidad un indicador doble; en primer lugar, nos muestra el estado de la cuenta corriente “Bienes naturales comunes” -entendiendo por comunes que están para uso y goce equilibrado de todos los seres vivientes- el que siempre está con déficit y, en segundo lugar, la Cuenta Corriente “Contaminación”, que no sale jamás del sobregiro ecológico porque siempre aumenta.

¿Qué es el decrecimiento?

 Para resolver la interrogante debemos primero definir el concepto. Es una teoría económica que propende a un consumo sostenible y lógico, frente a la vorágine consumista que nos rodea hoy en día, esto es, vivir mejor con menos. De esta manera, el decrecimiento busca valores mucho más equitativos, humanos.

La idea que hay detrás del decrecimiento es simple, aunque compleja a la vez. Se trata de reducir de forma controlada la producción económica con el fin de equilibrar la relación naturaleza/ser humano, y al mismo tiempo las relaciones entre seres humanos. Esta teoría fue desarrollada por el economista rumano Nicholas Georgescu-Roegen [2].

Además de este economista pionero que vivió tanto en su país natal como en EE. UU. y contemporáneo de otros críticos del crecimiento como Sicco Mansholt [3] y André Gorz, han surgido nuevas generaciones de estudiosos del tema, entre los que destacan los europeos, Serge Latouche [4], Carlos Taibo, Antonio Turiel, Fernando Valladares https://www.youtube.com/watch?v=qENgR7oBysU, entre muchos otros.

Entre los analistas de la generación joven está Florent Marcellesi, quien en un artículo publicado en 2013 [5], señala: “El crecimiento no es la solución, es el problema. En tiempos de recesión, la sociedad del crecimiento nos conduce al colapso económico y, en tiempos de bonanza, nos lleva directamente al colapso ecológico. Este “dilema del crecimiento” se traduce o bien en tasas de paro y de pobreza socialmente inasumibles cuando la economía se hunde, o bien en la dilapidación acelerada de los combustibles fósiles, mayor cambio climático, crisis alimentaria y pérdida de biodiversidad cuando la economía rebrota. Para salir de esta “encrucijada del siglo XXI”, no nos valen ni el “austericidio” ni un nuevo “pacto de crecimiento” (incluso pintado de verde), por cierto, ambos impuestos desde arriba.”  Y agrega: “[…] es hora de poner en marcha una “prosperidad sin crecimiento”, entendida como nuestra capacidad de vivir bien y felices dentro de los límites ecológicos de la naturaleza.” Vía que propone y basa en las siguientes premisas mínimas: “redefinir de forma colectiva lo que llamamos riqueza y necesidades; reducir nuestra huella ecológica hasta que sea compatible con la capacidad del planeta; redistribuir el trabajo, las riquezas económicas, los cuidados, la tierra y los recursos naturales en base a la justicia social y ambiental; relocalizar la economía en circuitos cortos de consumo y producción; y desmercantilizar gran parte de nuestras actividades.”

También puedes revisar | Energía ¿Calidad o cantidad?

Los Límites del Crecimiento

La crítica decrecentista al modelo económico vigente se basa en gran parte en la existencia de límites ecológicos, sociales y económicos. En primer lugar, el crecimiento es ecológicamente insostenible, debido a los límites naturales existentes. Esta crítica es la más conocida y se hizo célebre en la década de 1970 con publicaciones de distintos científicos, entre los que se destacaron Donnella Meadows y sus colegas autores del famoso informe “Los Límites del Crecimiento” (“The Limits to Growth”), de 1972. Si bien este estudio fue criticado, con bastantes prejuicios por algunos economistas y empresarios, varias investigaciones recientes sugieren que sus proyecciones han sido muy acertadas en cuanto a que en estos años que estamos viviendo ya estamos encima de los límites de las curvas de la Fig. 35 y comenzamos a sobrepasarlos.   

¿Qué estamos haciendo en Chile para resolver la crisis social, económica, climática y ambiental?

Pues optando por ‘seguir con el problema’: el crecimiento, siguiendo la corriente facilista mundial en boga impuesta por la élite oligárquica que maneja el país y por los países más ricos del norte opulento a los que le estamos abriendo las puertas de para en par para que continúen saqueando los bienes naturales comunes del territorio nacional; la misma que derribó la oportunidad de tener una nueva constitución democrática y ecológica, adecuada para enfrentar con éxito el proceso de colapso nacional y mundial que ya está en desarrollo. Es decir, elegimos seguir ‘huyendo hacia adelante’, hacia un destino incierto y peligroso, hacia el Acantilado de Séneca.    

Fuente de figura:https://www.ciperchile.cl/2022/01/06/decrecimiento/

Referencias:

[1] https://www.elsaltodiario.com/green-european-journal/jason-hickel-politicas-climaticas-fracasan-no-sociales

[2] https://laventanaciudadana.cl/hacia-una-economia-humana/

[3]https://laventanaciudadana.cl/el-rumbo-de-navegacion-de-la-humanidad-incierto-y-peligroso/

[4] https://ecologiasocial.com/2016/05/serge-latouche-el-padre-del-decrecer/

[5] https://florentmarcellesi.eu/2013/04/09/el-decrecimiento-de-la-utopia-a-la-necesidad/

Otras lecturas:

Entradas Recientes