En AMBIENTALES

El Comité Nacional Pro Defensa de la Fauna y Flora (CODEFF) hace un alto en su camino este 5 de junio en que se conmemora el Día Mundial del Medio Ambiente. Ante los recientes complejos acontecimientos, tanto en Chile y como en el resto del mundo, debemos analizar con extrema preocupación lo que está sucediendo con los grandes problemas ambientales, sociales, políticos y económicos.

Ya pasó el tiempo de decir las cosas con blandura y de pedir cambios de actitud como si tuviéramos que hacerle un favor a la naturaleza -que creemos los humanos que está a nuestra disposición para servirnos de ella- porque la situación nacional y mundial, en todos los ámbitos, no puede ser más grave.

El planeta está en una situación crítica, sobrepasando ya varios puntos cumbre de las curvas de crecimiento de la población, de extracción de bienes naturales comunes, de industrialización, de producción de alimentos y de contaminación, mostradas en las curvas de la figura 35 del informe al Club de Roma “Los límites del crecimiento”, del M.I.T., 1972. Esa figura muestra el desarrollo de esas variables en una condición en que las cosas, a partir de ese año iban a ‘continuar como de costumbre’, modo BAU, “Business As Usual”, (BAU por sus siglas en inglés), y se están cumpliendo con bastante precisión. Así fue y, lamentablemente por hacer caso omiso a las recomendaciones del informe, así sigue siendo, en un periodo de colapso con un rumbo peligroso para el destino de la humanidad y de los demás seres que nos acompañan, hacia al borde del Acantilado de Séneca.

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Hemos perdido el respeto hacia la naturaleza, olvidándonos que somos parte de ella. Debemos retomar la “reverencia por la vida”, como nos los enseñara Manfred Max-Neef en sus conferencias y coloquios. También “debemos amarnos los unos a los otros o morir”, como escribió W.H. Auden en su poema “1 de septiembre de 1939”. Esta es la decisión que debemos tomar entre todos -moros y cristianos- terminando con estos eufemismos y autoengaños del “verdismo”, la falsa sustentabilidad -que lo menos que tiene es ser sustentable-, de las energías renovables que, en el fondo, sabemos no son renovables, el “greenwashing” y todo este lenguaje hipócrita y mentiroso que sufrimos todos los días a través de los medios de incomunicación. 

Tanto es así que en Europa los científicos ambientalistas (también llamados terroristas ecológicos por los que quieren seguir sin desvíos por el errado camino que hemos elegido) exigieron organizar una Conferencia de 3 días de duración (15 al 17 de mayo pasado) denominada “Beyond Growth 2023” (“Más allá del Crecimiento 2023”), #BeyondGrowth, la que resultó un éxito rotundo. 

¿Qué debemos hacer entonces en Chile? Es muy simple y complejo a la vez, claro está, lo mismo que debe hacer el resto del mundo: enfrentar la verdad pura y dura y seguir las recomendaciones que venimos haciendo las ONG ambientalistas desde hace décadas, que coinciden perfectamente, en general, con las conclusiones de dicha conferencia, dejar de crecer y optar por decrecer. No tenemos otra opción pues no tenemos Planeta B y sabemos perfectamente que la tontería de colonizar Marte no es factible.

En pocas palabras y yendo al grano, para que comprendan gobernantes, políticos, miembros del congreso, empresarios y conciudadanos, las tareas que vienen son: abandonar los monocultivos forestales y reforestar con especies arbóreas autóctonas para recuperar suelos y agua, terminar con las urbanizaciones sobre humedales, abandonar la explotación de turberas, terminar con la proliferación desordenada e innecesaria de proyectos de generación eléctrica eólicos y fotovoltaicos, terminar con los planes de desarrollo de hidrógeno verde y de minería a rajo abierto de tierras raras para obtener elementos lantánidos y sacar las salmoneras de las áreas protegidas de los mares de la Patagonia.   

Las esperanzas que tuvimos de tener un “primer gobierno ecológico” en Chile, como se pregonó durante la campaña presidencial, se desvanecieron en el éter. Resultaron ser solo vanas promesas electorales.

Sabemos que la gran empresa extractivista nacional y transnacional es porfiada y ruda, y pretende seguir profitando de los bienes naturales comunes, que son “comunes” porque pertenecen a todos los seres vivientes del planeta, en igualdad de derechos vitales para todas y cada una de las especies (incluida la humana). Es una dificultad que hay que vencer convenciendo que ya no se puede seguir con más de lo mismo.

No será fácil lograr cambiar el rumbo de colisión y de colapso que llevamos, pero debemos atrevernos a dar el primer paso del largo y duro camino que nos espera.

En el Día Mundial del Medio Ambiente nos sumamos a los llamados que están haciendo instituciones amigas y una enorme cantidad de organizaciones ciudadanas a lo largo y ancho de Chile que claman por lo mismo que planteamos desde CODEFF. La Pachamama nos necesita a todos bien portados.

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