Este 16 de octubre, en el marco del Día Internacional de la Alimentación (según la FAO) y del Día de la Soberanía Alimentaria (para Vía Campesina y organizaciones defensoras de la semilla), el Comité Nacional pro Defensa de la Fauna y Flora, CODEFF, expresa su total rechazo al Protocolo de Nagoya y se muestra a favor de los alimentos tradicionales y la medicina ancestral, en apoyo a lo expresado por la plataforma Chile Mejor Sin TLCs.
«Es importante que en Chile se le diga no al Protocolo de Nagoya porque genera de forma engañosa una entrega de información que no corresponde a lo que significa el resguardo de las semillas ancestrales y el conocimiento tradicional. Existe un claro riesgo de que la aprobación de este protocolo limite la biodiversidad de cualquier producto, pues despoja a los pueblos indígenas de sus semillas y privatiza su conocimiento ancestral. Es importante que la ciudadanía se informe y manifieste», destacó Ximena Salinas, Presidenta de CODEFF.
Chile Mejor Sin TLCs señala su preocupación, que hacemos nuestra, respecto que a solicitud del gobierno, el Congreso Nacional vote el Protocolo de Nagoya después de las elecciones presidenciales, sin información pública y sin consulta indígena.
La aprobación del Protocolo sería un ataque a la soberanía alimentaria, a la semilla y el conocimiento tradicional. Es imprescindible exigir difusión trasparente sobre sus alcances y que se someta al menos a Consulta Indígena, previa e informada, obligatoria para el Estado de Chile, según lo establece el artículo Nº 6 del Convenio 169 de la OIT.
La aprobación tendría consecuencias graves, tales como:
1. Limitar la biodiversidad y el conocimiento tradicional a mercancía, poniendo en grave riesgo la soberanía alimentaria y la medicina ancestral.
2. Encubrir bajo el engañoso eslogan de “repartición justa y equitativa” el despojo de los derechos de los pueblos indígenas y campesinos sobre sus semillas, privatizando el conocimiento que les pertenece ancestralmente.
3. Otorgar facilidades a la industria alimentaria, farmacéutica y centros de investigación para que alimentos tradicionales de campesinos e indígenas (como el maqui, el calafate y otros) puedan ser manipulados en laboratorio con métodos que incluso podrían incluir la transgenia, con el fin de convertirlos en productos de exportación, patentables y de alto precio.
4. Convertir en letra muerta la protección de la semilla y el conocimiento tradicional, ya que este protocolo está siendo promovido pese a que el organismo especializado del gobierno sobre estas materias (ODEPA) concluyó que toda esa protección no vale porque no existe marco legal sobre esta materias. Si el objetivo es proteger, antes de firmar debieran crearse estas leyes, postergadas por presiones de los mismos que impulsan la suscripción acelerada del protocolo.
5. Fomentar y legalizar la piratería intelectual (cultura, medicina, arte) y la biopiratería (semillas, plantas) en beneficio de quienes pueden patentar productos formulados sobre la base de esos conocimientos y del patrimonio genético de los campesinos e indígenas.
6. Permitir que las empresas y las instituciones científicas que trabajan para ellas, puedan negociar, usar y lucrar con las semillas, medicina, arte, ciencia, patrimonio y tradiciones de los pueblos indígenas. El texto es en realidad una burla de los derechos reales de comunidades campesinas e indígenas, no informadas ni consultadas sobre este despojo ni acerca de las instituciones que asumirán su representación, y sin participación alguna en la decisión de firmar o no este protocolo.