En AMBIENTALES

La implantación del Hidrógeno Verde en Chile es un hecho, no solo por la disposición irrestricta que ha mostrado el gobierno seudo ecologista de Gabriel Boric, sino que, además, porque una de las empresas de mayor impacto en el centro sur del país ya anunció el inicio del proceso de oferta pública.

Se trata de AES Andes, multinacional de la energía presente en Colombia, Argentina y Chile, que no solo posee enormes complejos termoeléctricos y eólicos en nuestro país, sino que, además, mantiene diversos conflictos con las comunidades donde sus proyectos han llegado a instalarse. Un ejemplo de lo anterior es la férrea lucha que está dando la comunidad del sector Las Trancas, en Los Ángeles, denunciando afectaciones a su calidad de vida, alteraciones en caminos de servidumbre, inundaciones a cultivos por alteración de escurrimiento en canal, entre otros daños.

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Desde AES Andes -la empresa que abrió oficialmente el proceso de oferta pública de Hidrógeno Verde en Chile en un evento llamado Open Sesion-, aseguraron, mediante un comunicado, que buscan “activar al mercado y gatillar una demanda concreta por parte de las empresas interesadas en contar con operaciones más sostenibles y amigables con el medio ambiente”.

Pero ¿qué tan amigable podría ser en realidad? o más bien, ¿cuán contradictorio terminaría siendo su adjetivo de “verde”?

Carlos Bonifetti, ingeniero civil mecánico y director de CODEFF, se detiene en este punto, enfatizando en que, “no es verde, solo se trata de ponerle un apellido de marketing, para que parezca una energía limpia. En primer lugar, hay que aclarar que el hidrógeno no se encuentra en estado libre en la Tierra, no hay ‘yacimientos de hidrógeno’, por tanto, para obtenerlo hay que fabricarlo. El hidrógeno se fabrica a partir del agua dulce, a través de un proceso electroquímico de electrolisis, separando el oxígeno y el hidrógeno, que luego se almacenan como gases”. El principal error al enverdecerlo está en la supuesta sustentabilidad del hidrógeno ‘verde’ y en su modo de producción.

En cuanto a su producción y almacenaje, Carlos Bonifetti hace hincapié en que, “para ello, se requieren enormes cantidades de energía eléctrica y energía derivada de combustibles fósiles en todos los procesos -con grandes emisiones de gases efecto invernadero-, tanto de fabricación de todos los equipos que se requieren, como, posteriormente, en transporte, almacenamiento y, finalmente, en la distribución del hidrógeno; todo ello con un pésimo rendimiento global, el que no supera el 25-30%”. “Además, como ocupa agua dulce, escasa, por los problemas de déficit y crisis hídrica en todo el mundo, hay que desalinizar agua de mar y eso significa otra cantidad enorme de energía eléctrica”.

Otro punto relevante es su transporte, el que también ha sido destacado como positivo y sustentable, siendo todo lo contrario, pues transportarlo como gas no es fácil, ya que se requiere comprimirlo a una presión de 750 bar (equivalente a la presión que hay a 7.500 metros de profundidad en el mar), y debemos tomar en cuenta que la molécula de hidrógeno es tan pequeña que puede a migrar a través del acero de los estanques y esto implicaría una pérdida del 2 al 3% diario del volumen almacenado. Para evitarlo habría que revestir el acero del estanque con algún polímero impermeable al hidrógeno, y ello aumentaría los costos. Si se decide transportar el hidrógeno en su fase líquida a presión atmosférica, se requiere enfriarlo a -253°C, lo que también requiere ingentes cantidades de energía.  

El papel del Gobierno en el Hidrógeno Verde en Chile

Durante la primera semana de octubre, se realizó la inauguración de la Planta Piloto Móvil de Hidrógeno Verde en Antofagasta. El evento contó con la participación del presidente Gabriel Boric y el ministro de Energía, Diego Pardow, quienes celebraron la iniciativa y enfatizaron en que la llegada del Hidrógeno Verde a Chile podría significar la descarbonización de nuestra raíz energética.

Pero este no es un hecho positivo, puesto que pese al impulso que le está dando el Gobierno a la implementación de este vector energético para Chile, dicha planta mediría recién el alcance que podría tener la iniciativa, sin embargo, de los costos ambientales y humanos, poco o nada se habla.

En este sentido, hay que mencionar que AES Andes ya tiene pensado el lugar donde se construiría una planta de producción de H2V, la que se ubicaría adyacente a las instalaciones de la Central Termoeléctrica Angamos, en Mejillones, región de Antofagasta.

Es decir, se sumaría la explotación de un rubro energético más en la alicaída Antofagasta, zona de sacrificio de mineras y puertos pesqueros.

Por otra parte, AES Andes ya cuenta con un historial de malas relaciones con las comunidades donde ha llegado con parques eólicos que han significado la pérdida de la tranquilidad en la vida campesina de las comunidades rurales de Los Ángeles, en la región del Biobío. “Dichos parques eólicos podrían, en un futuro, funcionar justamente como aporte de energía eléctrica para la producción de hidrógeno verde”, expresa Carlos Bonifetti.

Sobre el actuar del Gobierno y la facilidad que tienen empresas como AES Andes y otras multinacionales del rubro  para intervenir territorios, desde CODEFF hacemos un llamado a una reconsideración profunda de la iniciativa de fabricar hidrógeno en Chile, considerando su bajísimo nivel de eficiencia energética versus el altísimo costo ambiental y los daños irreversibles a los ecosistemas que ello provocaría.

Todo esto es parte del gigantesco “lobby” internacional que están haciendo varios países del hemisferio Norte, como Alemania, Francia, los Países Bajos, Dinamarca, entre otros, para seguir con el colonialismo expoliador de los países pobres del Sur, ahora energético, en su afán egoísta y avasallador de intentar seguir adelante con más de lo mismo dentro de un continuismo de crecimiento industrial sin fin.  De esto se aprovechan empresas como AES Andes y otras, justamente porque en Chile la Ley de Bases de Medio Ambiente es muy débil y no hay regulaciones para la instalación de parques eólicos y granjas fotovoltaicas.

“Lamentablemente, vemos, una vez más, que la ignorancia es más poderosa que la razón. Sin embargo, considerando el grave daño que sufriría el país con esta locura del hidrógeno, el Gobierno debe revisar a fondo la mala decisión que viene de gobiernos anteriores y rectificar su comportamiento. No es saludable tragarse ruedas de carreta”, destaca finalmente Carlos Bonifetti.

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