Todos sabemos reconocer un río al verlo: esos sistemas de corrientes trenzadas o serpenteantes están entre los elementos más bellos –y potentes – del mundo natural.
Sin embargo, los ríos poderosos tienen orígenes humildes.
Los libros de texto nos dicen que comienzan en algún lugar alto en las montañas. Cuando cae la lluvia, se derrite la nieve o los manantiales subterráneos emergen, el agua comienza a formar pequeños arroyos que fluyen cuesta abajo.
Varios pequeños arroyos se juntan y numerosos riachuelos se conectan y convergen para formar ríos más grandes.
Obviamente esto significa que ríos poderosos como el Amazonas o el Nilo tienen decenas o incluso cientos de orígenes.
Sin embargo, a algunos geógrafos les gusta simplificar las cosas y, de todas las opciones, intentan escoger una para marcar el nacimiento.
Dos vertientes
Tradicionalmente, muchos geógrafos y exploradores han considerado el lugar de nacimiento como el punto más distante, río arriba, que suministra el mayor volumen de agua.
«El problema con esta definición es que la cantidad de agua en cada ramal varía durante el año», dice el piragüista y explorador estadounidense James Contos.
«Dependiendo del momento en que uno vaya río arriba y lo mire, podría terminar en un ramal completamente distinto».
Y se necesitarían muchos años de datos sobre el flujo de agua para saber qué ramal suministra el mayor volumen de agua, una información que, agrega Contos, no está disponible para la mayoría de los ríos.
Eso significa que muchas decisiones se han basado en el ramal que «parece» estar llevando más agua.
El afluente
Luego de que los cartógrafos comenzaron a mapear todas las cuencas hidrográficas, una segunda definición ganó popularidad: el lugar de nacimiento es el punto más lejano, río arriba, en el afluente más grande.
Tal definición depende más de la longitud de un tributario que del flujo del agua, así que es menos probable que cambie de temporada en temporada.
En todo caso, dependiendo de la interpretación que prefieras, puedes tener dos o más respuestas para ubicar el lugar de nacimiento de un gran río.
De hecho los orígenes de muchos grandes ríos aún no se conocen o están en disputa.
Es el caso, por ejemplo, del Amazonas.
De entre 6.200 y 7.000 kilómetros, es uno de los más largos del mundo y el más caudaloso.
Su cuenca hidrográfica, que incluye la zona drenada por el río y sus tributarios, cubre parte de ocho países sudamericanos: Brasil, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guyana y Surinam, además de la Guayana Francesa.
Su «verdadero» lugar de nacimiento ha sido motivo de confusión para los exploradores del pasado y aún es motivo de discusión.
¿Marañón, Apurímac o Mantaro?
En 1707, el padre Samuel Fritz, un geógrafo checo de origen alemán, publicó un mapa señalando el lugar de nacimiento del Amazonas en la Laguna Lauricocha, corriente arriba del río Marañón en los Andes occidentales de Perú.
Fritz consideraba que el Marañón tenía la mayor cantidad de agua de todos los tributarios del Amazonas, lo que lo convertía en su afluente de cabecera más importante.
A mediados de la primera década del siglo XX, una serie de expediciones se concentraron en otro probable lugar: las cuencas altas del río Apurímac de Perú.
Y el sitio exacto siguió variando. Primero, se consideró al Lago Vilafro como el origen del Apurímac y, por lo tanto, del Amazonas.
Otros dijeron que el Cerro Huagra a unos 200km al sur de la ciudad de Cuzco era el verdadero lugar de nacimiento.
Entonces, en la década de los 60 el geógrafo Carlos Peñaherrar del Águila, señaló al Nevado Mismi, una montaña de 5.597 metros de altura en los Andes peruanos.
El agua de esta montaña desemboca en el río Apurímac.
Más opciones
Durante las siguientes tres décadas varias expediciones han apuntado a otros orígenes, incluyendo el río Mantaro que, según se confirmó tras un arduo trabajo de mediciones, es entre 75-77 km más largo que el Apurímac.
O sea que dependiendo de cuál definición escoges, pueden terminar en un origen arriba del Marañón, el Apurímac o el Mantaro.
Pero el Amazonas no es una excepción cuando se trata de ese tipo de disputas.
¿Y por qué es importante saber el «verdadero» lugar de nacimiento de un río?
Dicen los expertos que la localización precisa ayuda a planificar la gestión del río y desarrollar modos efectivos de proteger el ambiente de las regiones que le sirven como fuente.
Pero importa más que todo porque somos curiosos sobre nuestro mundo, afirma Andrew Johnston, geógrafo del Smithsonian’s Natural Air and Space Museum de Washington DC, EE.UU.
Por ejemplo, dependiendo de cual lugar se considere «verdadero» para el Amazonas o el Nilo, uno de los dos podría convertirse en el río más largo del mundo.
Y las decisiones sobre el lugar de nacimiento de un río grande pueden tener también repercusiones para la población local.
Por ejemplo, en 2012 el profesor de geografía indio, Malay Mukhopadhyay, visitó el río Támesis en el Reino Unido e inspirado por la placa que certifica a Thames Head como su lugar de nacimiento, decidió introducir un esquema similar en su país.
Fue así que en diciembre de 2015 rastreó lo que consideró como el verdadero lugar de nacimiento del Ajar, un gran río en el este de India, colocando allí una señal de piedra para certificarlo.
Y Mukhopadhyay apunta que marcar fuentes como esa abre nuevas posibilidades para zonas previamente desconocidas.
«Un aldeano me dijo: ‘Ahora que has puesto la piedra quizás algún día muchos turistas vendrán a mi pueblo desde lugares lejanos. Mis hijos los verán. Entonces se inspirarán para salir y ver el mundo’».
Los ríos transforman nuestras vidas de distintas formas. Estas masas de agua son poderosas y misteriosas y saber donde nacen es clave para desentrañar sus secretos.
Fuente: BBC Mundo