Más allá de los problemas de violencia, corrupción y salud que la droga genera, el cultivo de sustancias ilegales supone una amenaza para el medioambiente y es un factor de deforestación y pérdida de biodiversidad, según advierte la ONU en un informe publicado hoy en Viena.
Por primera vez, el Informe Mundial sobre Drogas que cada año emite la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) se refiere a dicha amenaza ecológica, especialmente en los países andinos donde se cultiva hoja de coca y en las regiones de Asia afectadas por el opio.
«La deforestación es la principal preocupación medioambiental resultante de los cultivos ilegales, especialmente plantaciones de arbustos de coca en América del Sur, cultivo de amapola en el Sureste de Asia y, hasta cierto punto, el cannabis», señala el reporte de la ONU.
La pérdida de bosque puede deberse tanto a su sustitución directa por esas plantaciones ilegales, la apertura de pistas de aterrizaje o carreteras clandestinas o incluso otras actividades económicas, como la ganadería o la tala, usadas por los narcotraficantes para lavar dinero.
Además, el narcotráfico viene asociado en estos países a un debilitamiento del imperio de la ley que facilita otras actividades, como la minería ilegal, que también afectan al medioambiente.
Aunque la ONUDD reconoce la dificultad de evaluar la relación entre cultivo de coca y deforestación, el informe menciona casos concretos, como el de Colombia, donde se estima que entre 2001 y 2014, unas 22.400 hectáreas anuales de arbusto de coca aparecieron donde antes había bosque.
El informe señala que parece haber una correlación entre la pérdida de bosque en el este de Honduras entre 2004 y 2012 y la llegada de cargamentos de cocaína desde América del Sur.
Otro factor de riesgo es el uso de productos químicos peligrosos usados en la fabricación de las drogas y que muchas veces son vertidos directamente en el alcantarillado urbano o en ríos y bosques.
«Los productos químicos usados en la cadena ilegal de suministro de cocaína y opiáceos también contribuye a la contaminación y a riesgos sanitarios en el ambiente rural», alerta el informe.
La ONUDD también se refiere a otro tipo de cargas que el cultivo de drogas supone para el medioambiente, como es el consumo excesivo de agua en algunas regiones de Afganistán donde se cultiva la amapola de la que se saca luego el opio y la heroína, o el agotamiento del suelo.
Otra de las preocupaciones de la ONU es la amenaza a la diversidad de fauna y flora, teniendo en cuenta que la región de los Andes Tropicales es la que tiene una mayor biodiversidad del mundo y está amenaza por los cultivos de opio.