Por Peter Hartmann, director Filial Aysén de CODEFF.
A más de tres semanas de los incendios en el sur de Aisén, los cuales se dice están contenidos, vale hacerse algunas preguntas y mirar hacia adelante
¿Qué tan contenidos estarán, especialmente hacia donde nadie mira, como es en el Baker hacia el Suroeste y el Parque Nacional Laguna San Rafael? ¿Existe ahí acción de control o ésta se concentra solo hacia el posible avance a Cochrane, como ha sido en días pasados? ¿Cuántas hectáreas del parque se quemaron? ¿Tendremos que esperar más lluvia para respirar tranquilos? Y mientras ahora las miradas están dirigidas al Baker ¿Qué pasó y pasa en la zona del incendio de Bahía Mansa hacia el sur?
Luego está el tema de las responsabilidades: Por cierto se tratara de cargar todo a quienes iniciaron estos incendios, pero por algo se llegó a esa irresponsabilidad. Y ¿quién o quiénes son responsables de la tardía reacción ante, al menos, el incendio de Colonia Sur y de que no estuviesen los medios para evitar el fuego pasase el Baker y finalmente llegase cerca de Cochrane? ¿Es que un incendio forestal, mientras no amenace un poblado no cuenta con dedicación y los medios adecuados? Esto ya lo hemos visto antes y parece ser parte del criterio institucional. Un proceder en que el bosque nativo y su biodiversidad no tienen importancia para nuestro Estado
Luego está el ¿Cómo vamos a prevenir futuros incendios? Esto en lo comunicacional, preparación cultural, así como en contar con los medios y rapidez necesarios. Ya hemos indicado algunos aspectos a tener en cuenta, como formar brigadas vecinales rurales con equipos y preparación para apagar amagos, descentralizar los medios de combate, infraestructura y suministros logísticos, contar con medios aéreos cercanos, talleres de preparación y conocimientos mínimos sobre origen de incendios a juntas de vecinos rurales y liceos. La cuestión es que Aisén es una región muy extensa con campos poco accesibles donde se hace uso normal del fuego, con sectores con notable aumento de turistas, al igual que en el Paine y el consiguiente aumento de los riesgos. Hace años ya venimos observando con preocupación el aumento de caminantes y campistas en el Parque Nacional Cerro Castillo, con los riesgos consiguientes. Hace tiempo que se viene advirtiendo la saturación en la Capilla del Mármol y la necesidad de regulación y mayores cuidados para la sustentabilidad de ese destino. También existen grandes riesgos en el Parque Nacional Patagonia y otros lugares.
En cuanto a la recuperación de la tierra tras los incendios, ahí hay aspectos humanos, como que va a pasar con esos campos y el ganado, los cercos, la vivienda quemada, de los cuales seguramente los servicios públicos respectivos se ocuparán y esperamos se sigan ocupando en unos meses más cuando este incendio pase al olvido. Y también hay aspectos de cómo vamos a hacer para restaurar el suelo, el bosque, el matorral y recuperar la biodiversidad de esas 15 a 20 mil hectáreas quemadas, de las cuales la mayoría es propiedad particular. En esto la experiencia que tenemos, basada en aquella de Conaf, Infor y CIEP, que tienen mucho que aportar al igual que las universidades, es que si hay algo de ayuda la naturaleza se recupera sola. Esto es, al menos, plantando cortinas cortaviento y excluir el ganado y las liebres. En lo demás, el prendimiento en los sectores más húmedos y protegidos siempre tiene más éxito y ahí tal vez sea suficiente con tirar semilla. Luego está el escoger especies colonizadoras, al menos para los cortavientos, como son el Notro, el Coigüe y el Ñirre (aquí tal vez se pueda reforzar con algunas exóticas como el lupino y el retamo). Cada especie tiene sus “mañas” y no es llegar y ponerse a trasplantar desde vivero. Y ese vivero, que sería muy positivo y necesario su creación allá, debe estar en el mismo clima del lugar de destino. Por supuesto que sería perjudicial la plantación de monocultivos de pinos, es más, nos parece necesario manejar e ir reemplazando las plantaciones existentes en los bordes de Cochrane, en el Parque Nacional Cerro Castillo, en el borde de Coyhaique y otros lugares de alto valor y riesgo.
Finalmente, vale recordar que Chile se comprometió en la COP 21 del Cabio Climático de París (2015), según Conaf, a manejar y recuperar 100 mil hectáreas y forestar otras 100 mil con prioridad en especies nativas, hasta el 2030, y lo que estamos viendo desde entonces, son más bien hectáreas de bosque quemadas. En estos días además se ha difundido los buenos ejemplos reforestadores que están dando otros países, como la India y China y la colaboración internacional en el Sahel, Africa.