Los diversos cuestionamientos hacia la implementación de una industria de Hidrógeno Verde en Chile no solo apuntan a las problemáticas que dejó su paso por algunas partes de Europa o los riesgos de su producción, que se deberá valer de otras actividades energéticas para dicho fin, sino que también abordan los efectos en las comunidades y por supuesto en la Naturaleza. El siguiente artículo, publicado desde Fundación Terram, se refiere justamente a las implicancias de estos proyectos en las aves.
Choques con las turbinas y pérdida de hábitat son parte de las preocupaciones. Desde la Asociación Chilena de Hidrógeno aseguran que las medidas que toman algunas empresas son más altas que las que exige la legislación nacional.
El playero ártico no mide más de 26 cm de largo, pero eso no le impide, cada año, hacer un largo vuelo desde Canadá hasta Chile. Uno de sus destinos favoritos es Bahía Lomas, en Magallanes. Según los registros, es el mayor sitio de invernada de esta ave en Sudamérica.
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En la región también habitan el chorlo de Magallanes, con una población no mayor a 500 individuos entre Chile y Argentina, y el canquén colorado, del que hay menos de 1.000 ejemplares entre ambos países. ‘Estas especies están clasificadas en Chile como ‘en peligro’, y el hidrógeno verde podría empujarlas al borde de la extinción’, dice Diego Luna Quevedo, especialista en Política y Gobernanza de Manoment Inc, organización internacional para la conservación de rutas migratorias. Y agrega: ‘Si uno habla hoy de transición energética justa, eso no puede significar poner en riesgo especies en peligro’. ‘Acá en Magallanes ha habido gran interés (de la industria de hidrógeno verde) por áreas de San Gregorio. El humedal de San Gregorio es crítico para la nidificación del canquén colorado, es donde más parejas reproductivas se han registrado en la región’, dice Ricardo Matus, naturalista que habita en Magallanes y quien trabaja en el Centro de Rehabilitación de Aves Leñadura.
Eso sí, Matus asegura que las plantas no solo afectarán a estas especies en peligro: ‘Van a afectar a todas la aves de la zona’. Carmen Espoz, decana de la Facultad de Ciencias de la U. Santo Tomás y directora del Centro de Investigación Bahía Lomas, lo explica así: ‘Si uno calcula los kilómetros que habría que destinar al desarrollo del hidrógeno verde vía energía eólica, es decir, turbinas, a lo que se llega es que se tiene que sacrificar Magallanes. De ahí surge esta preocupación general: sacrificar Magallanes sabiendo que es un punto crítico de llegada o partida de aves que vienen del hemisferio norte y también de otras que migran dentro del hemisferio sur’. Y agrega: ‘Las aves que vienen del Ártico canadiense llevan millones de años haciendo estas rutas, y si el lugar se deteriora, no tienen la capacidad de cambiar de sitio rápidamente. En Magallanes pasan cinco o seis meses del año, es el lugar donde vienen a alimentarse, donde descansan, donde pasan el invierno del hemisferio norte. Entonces, si eliminas este sitio de descanso, habrá deterioro y van a llegar en peores condiciones a reproducirse. Y algo similar pasaría para las migratorias que están dentro del hemisferio sur’.
Sin información
Uno de los mayores problemas para las aves de la zona es el riesgo de colisión con los aerogeneradores, dice Ivo Tejeda, director ejecutivo de la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile (ROC). ‘Se está fomentando la instalación de una industria eólica de gran escala en la región. No es un pequeño proyecto’. Según datos de la Asociación Chilena de Hidrógeno (H2 Chile), son 11 los proyectos en desarrollo en Magallanes, uno de los cuales ya está en fase piloto. Una complicación para conocer el impacto de esta industria en las aves, dice Tejeda, es que en muchas especies de la zona no se conocen bien las rutas de vuelo. ‘Ni cuándo hacen desplazamiento o a qué altura lo hacen, y su interacción con los aerogeneradores. Hay muchos vacíos’, precisa. Además de los aerogeneradores, Tejeda advierte el riesgo de los puertos, carreteras, flujos de camiones y desaladoras, que cambiarán el ecosistema. ‘No nos estamos oponiendo al desarrollo, estamos claros de que como planeta necesitamos descarbonizar la matriz. Pero en el caso de Chile y específicamente Magallanes, necesitamos generar información respecto de especies de las que no se tiene nada de información antes de tomar la decisión de eliminarlas’, asegura Espoz.
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Hay soluciones, comenta Luna Quevedo: ‘Necesitamos que se pueda mirar la escala del territorio de manera acumulativa y no proyecto a proyecto’. Y agrega: ‘El Gobierno debería dar una señal a los proyectos respecto de sus locaciones (…) y definir una franja migratoria’. Luego de ganar una licitación pública, un grupo de especialistas hizo un mapa de sensibilidad en el marco del Programa Transforma Regional H2v Magallanes de Corfo y del Gobierno Regional. Espoz participó en él: ‘El objetivo es generar un primer insumo para colaborar con la toma de decisiones. Porque no hay nada, entonces buscamos levantar la información que hay de la mejor calidad posible y ver cuáles son los sitios más críticos’. En el documento se lee: ‘Varias de las zonas con alto potencial energético eólico ubicadas en las comunas de Porvenir, San Gregorio y Primavera se superponen de manera importante con áreas de sensibilidad alta o muy alta’ (de aves y murciélagos). ‘Desde el inicio de este Gobierno nos hemos reunido con organizaciones medioambientales y del mundo académico, especialmente a través de la Seremi de Magallanes, Daniela Droguett, para escuchar sus preocupaciones respecto a las iniciativas de hidrógeno verde que se desarrollan en la región. En segundo lugar, actualmente está abierto un concurso público con el que se espera levantar las líneas de base públicas para la Región de Magallanes.
Las postulaciones para este concurso se encuentran abiertas y entregarán $1.000 millones para su realización’, dice a ‘El Mercurio’ la ministra de Medio Ambiente, Maisa Rojas. Según explica, de esta forma, ‘se generará la información necesaria para identificar el valor ecológico de cada zona. Esto nos permitirá contar con los insumos que necesitamos para cuidar los ecosistemas de la mejor forma posible. Estas líneas de base públicas serán, en la práctica, una fotografía del estado del valor ecológico de la zona. Históricamente, esa fotografía ha sido tomada por el titular de un proyecto de inversión, pero ahora gracias a este plan de líneas de base públicas esa información será levantada y puesta a disposición abiertamente por el Estado. Asimismo, cada proyecto que se desarrolle en la región deberá ser aprobado por el Servicio de Evaluación Ambiental, donde se evalúa el impacto ambiental de la actividad económica’.
Por otro lado, agrega, ‘la Seremi de Magallanes se ha reunido con las empresas desarrolladoras de hidrógeno verde, donde hemos solicitado constantemente la actualización del avance de los Estudios de Impacto Ambiental, donde se han considerado otras variables para la observación de aves, como la instalación de radares que apoyarían el monitoreo’. Los expertos reconocen acercamientos con el Gobierno. ‘En general ha habido buena disposición para escuchar las inquietudes, tanto en el Ministerio de Medio Ambiente y Ministerio de Energía; hemos participado de reuniones donde han estado sentadas otras unidades, como la Corfo, a nivel regional y a nivel nacional (…). Pero yo no he escuchado formalmente una bajada de las expectativas’, dice Espoz. Y Tejeda señala que algunas medidas, ‘llegan tarde’. ‘Se está avanzando con líneas de base de gran escala con el Ministerio de Medio Ambiente, pero esto se debería haber hecho hace tiempo. Una buena evaluación debería tomar algunos años’.
Colaboración
‘El hidrógeno verde nace como una respuesta a poder avanzar en la descarbonización del planeta y de Chile, porque permite, en el fondo, el reemplazo de esos combustibles fósiles para temas que hoy no se pueden electrificar’, explica Marcos Kulka, director ejecutivo de H2 Chile. ‘Si no hacemos nada o nos tomamos demasiado tiempo para ver qué hacemos, va a ser demasiado tarde’. Sobre por qué Magallanes es clave en esta industria, Kulka señala: ‘Para el proceso de producción del hidrógeno se necesita mucha energía para separar la molécula de hidrógeno y oxígeno en el agua. Y Magallanes tiene condiciones únicas en la fuerza y la sistematicidad de los vientos’.
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Ante la preocupación por falta de mediciones adecuadas, Kulka explica que a la importancia del rol garante del Estado y el trabajo de privados se agrega otro factor: ‘Los financiamientos para estos proyectos, que vienen desde bancos internacionales y multilaterales, tienen sus propias exigencias, que a veces son más exigentes, incluso siendo ya exigentes, que la legislación medioambiental a nivel local’. ‘Muchas de las empresas además vienen de países desarrollados, en que su propia legislación les exige de alguna forma cumplir con todo esto. Y por supuesto no tiene ningún sentido aplicar proyectos que el día de mañana nos van a repercutir en un problema mayor’, añade.
Varios de los proyectos para Magallanes, dice, han estado midiendo con radares la trayectoria de las aves, alturas de vuelo y dónde nidifican. ‘Hay empresas, no te puedo decir los nombres específicos, pero algunas ya llevan un año fácil monitoreando la fauna aviar’. Kulka asegura que se requiere trabajar en conjunto. ‘Lo que necesitamos es una colaboración radical del mundo público, el mundo privado, la sociedad civil, las ONG, las universidades, para ver cómo somos capaces de enfrentar la crisis climática, darle curso a una industria que en el fondo es respuesta a esa crisis climática y poder compartir y colaborar con el conocimiento y la información que esos distintos mundos traen a la mesa’. Sobre el mapa de sensibilidad en el que trabajó Espoz y otros expertos, Kulka asegura que tiene ‘muchos sesgos y hay que tomarlo con su real nivel de alcance’. Aunque depende de diversos factores, agrega, algunos proyectos deberían comenzar a funcionar en 2027 o 2028.