En Chile, el 100% de la existencia de salmones proviene de actividades de acuicultura: alevinaje y esmoltificación en lagos y ríos (salmones juveniles) y engorda en centros de mar (balsas-jaulas). Es decir, se trata de una especie exótica, que proviene del cultivo de ovas importadas y NO de una especie nativa.
Los salmones son especies carnívoras que se alimentan de otros peces para poder sobrevivir. Por ello, las fugas de salmones desde centros de cultivo, especialmente ubicados en el mar de la Patagonia, son particularmente graves y que no existen depredadores naturales para controlar el tamaño poblacional del salmón fugado, y los lobos marinos, que cumplen ese rol, han sido perseguidos y asesinados por los empleados de las empresas salmoneras que ocuparon el hábitat natural de los lobos.
Ante esta grave situación, el pasado 19 de febrero CODEFF y otras Organizaciones sociales y personas particulares se sumaron a la iniciativa del Diputado Juan Morano para que se levante la prohibición arbitraria de captura de especies salmonídeas que escapan accidental o intencionalmente desde sus estructuras de cultivo, como una forma de mitigar los efectos degradantes e incluso riesgosos para la salud humana que causan estas especies introducidas en los Mares, ríos y lagos de la Patagonia Chilena.
Según el biólogo marino Héctor Kol del programa marino de CODEFF Aisén, en Chile, las fugas de salmónidos por inoperancia en el transporte de alevines (juveniles) se remontan al menos desde el año 1991, cuando la barcaza «Bahía Pumalín» se hundió en la bahía de Calbuco provocando la fuga de su cargamento de alevines de salmónidos que transportaba con dirección a Chaitén. Con posterioridad y durante 20 años, millones de ejemplares han escapado de sus estructuras de cultivo por destrozos en las balsas –jaulas, causado principalmente por temporales o por liberación intencionada de ejemplares que realizan las empresas salmoneras por razones sanitarias o económicas.
La declaración da cuenta de las empresas involucradas en los escapes, como la empresa noruega FJORD SEAFOOFS, que en el año 2001 reconoció haber “liberado” 13 millones de ejemplares de salmónidos en lagos y mar de las Regiones de Aysén y Los Lagos.
Asimismo la empresa CALETA BAY, en el 2003, reconoció que desde instalaciones escaparon 130 mil ejemplares de salmónidos en crianza intensiva (de unos 3,5 kilogramos de peso cada uno) en el Estuario del Reloncaví, y que sólo logró recapturar 2 mil.
Y la empresa Salmones Antártica (filial de Nippon Suisan, Japón) instaladas en el Fiordo Aysén, Sector Bahía Acantilado, donde cerca de un millón de salmones escapan de balsas-jaulas de la empresa durante fuertes marejadas y vientos que azotaron el lugar. Dos semanas después, autoridades sanitarias locales y voceros de la misma empresa emitieron una advertencia sanitaria en orden a que los salmones fugados eventualmente capturados por pescadores artesanales no debían ser consumidos por su alto contenido de antibióticos, que ponían en riesgo la salud de las personas.
Las mayores fugas las registra AGUAS CLARAS (filial de AQUACHILE) que pierde salmones en dos sectores: Ensenada Quetén (Hualaihué) con 250.000 truchas escapadas y en Isla Queullín, donde pierde otras 260.000 truchas.