En las últimas semanas, los medios de comunicación, el Estado a través del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (SERNAPESCA) y distintas universidades, se han movilizado para “contener” una crisis ambiental y sanitaria que se estaría manifestando en los centros de engorda de salmónidos emplazados en el Fiordo Aysén y un evento de “marea roja” que se manifiesta en el Golfo de Penas, al Suroeste del anterior y frente al Océano Pacífico.
El fenómeno que afecta a la industria salmonera en el Fiordo Aysén se trataría de una conjunción de problemas ambientales (Bloom de algas o FAN) y de mortalidades masivas causadas por brotes de la enfermedad bacteriana Síndrome Rickettsial del Salmón (SRS) que ni el Estado (SERNAPESCA) ni las universidades, ni las empresas parecieran explicarse.
El caso de marea roja en el Golfo de Penas tampoco tiene una explicación hasta ahora y aunque se trate de fenómenos de naturaleza distinta, tienen un denominador común: la Industria salmonera.
Respecto de la crisis ambiental y sanitaria que se está produciendo en el Fiordo Aysén, el problema es tan complejo
que del análisis de las mortalidades que se han producido en las últimas semanas, no es posible distinguir si los peces murieron por el Bloom de algas o por SRS. ¿A qué se debe, entonces, que los análisis de las mortalidades que se están produciendo en el Fiordo Aysén no permitan distinguir entre un pez muerto por FAN de un pez afectado por SRS?
Para Héctor Kol, investigador asesor de CODEFF a cargo del estudio del tema, es sorprendente que los servicios públicos y laboratorios privados sean incapaces de determinar si un pez murió de asfixia por depresión del oxígeno disuelto en la columna de agua o si murió despedazado, externamente e internamente, por las lesiones que provoca el SRS.
La cantidad de salmones muertos en el Fiordo Aysén y el lugar donde se destinan tales mortalidades o el uso que se hace de ellas, tampoco ha sido explicada por las autoridades competentes, señala. “En otras palabras, no sólo no hay explicación oficial para el evento combinado: tampoco hay explicación sobre cuál es el monto de esas mortalidades, dónde se dispusieron o qué se hizo con ellas, y mucho más sorprendente que tanto las autoridades de SERNAPESCA como las empresas den a entender que estas mortalidades masivas en el Fiordo Aysén son un fenómeno nuevo o raro, impredecible o sin causa conocida”, enfatiza Kol.
Crónica de una muerte anunciada
En el estudio desarrollado por Héctor Kol se detalla que desde los años ’90 en adelante, el Fiordo de Aysén fue ocupado por la Industria Salmonera, sin estudio alguno que justificara tal ocupación, estudios que hasta hoy no se han realizado y que han llevado al Fiordo Aysén a un total colapso ambiental que se manifiesta, precisamente, en estos eventos esperables de mortalidades masivas de salmónidos.
En este sistema, los centros salmoneros han reportado, mediante informes propios, condiciones “anaeróbicas” en sus sitios de emplazamiento, es decir, zonas donde las condiciones ambientales que generan sus producciones hacen imposible la vida acuática, como lo define la propia Ley general de Pesca y Acuicultura.
Esta situación de anaerobiosis del Fiordo, según lo planteado por Kol, representa la primera señal del estado de eutrofización avanzado en que se encuentra el sistema, es decir, del exceso, por sobre sus capacidades de absorción e incluso dispersión de los nutrientes, de materia orgánica de desecho que generan las operaciones salmoneras. Esta es la condición necesaria para el desarrollo de un Bloom de algas o de una “marea roja” tóxica.
En consecuencia, atribuir a una diatomea la pérdida ocasional de condiciones para sostener los cultivos de salmónidos (oxígeno disuelto en la columna de agua) es una forma de desviar la atención acerca de una condición que es permanente y no ocasional: el Fiordo Aysén está en una fase de pérdida total de capacidades para sostener a la salmonicultura y a toda la vida acuática.
La situación del SRS en el Fiordo Aysén es sumamente conocida y no es distinta a la que atraviesa toda la Región de Aysén en cuanto a esta enfermedad bacteriana, que es la principal causa de mortalidades entre los cultivos y casi el 79% de las pérdidas de salmón atlántico en la salmonicultura nacional durante el año 2014 (SERNAPESCA a Fundación Pumalín, Ord. Nº 7264 del 6 de septiembre de 2016).
Aunque el Servicio Nacional de Pesca ha denegado el acceso a la información respecto de los centros afectados por SRS en las regiones australes en el periodo 2013-2015, en el periodo 2011 a 2013 (datos provisorios) más de la mitad de los centros de engorda de salmónidos emplazados en el Fiordo Aysén han reportado presencia de SRS en sus cultivos, por lo que no es veraz ni exacto hablar de un “brote de SRS” en el Fiordo Aysén, sino que la infección por SRS es permanente y no sólo en el fiordo, sino en toda la Región.
En otras palabras, la “crisis” del SRS en el Fiordo Aysén, es una parte casi menor de la crisis permanente en que se encuentra la salmonicultura en toda la Región.
Ni siquiera las mortalidades causadas por la presencia de SRS son sorprendentes. Recientemente, en noviembre de 2016, la Federación de Sindicatos del Mar (FESIMAR) debió intervenir para proteger la vida de trabajadores salmoneros que en el sector de Melinka retiraban, en ausencia de medidas de seguridad laboral, mortalidades causadas por SRS en un centro de engorda de la empresa Los Fiordos. Evento que no había sido informado a SERNAPESCA.
Un segundo “fenómeno”, tan inesperado para los servicios públicos como la situación que se vive en el Fiordo Aysén, es la marea roja que afecta al Golfo de Penas, que efectivamente carece de centros salmoneros, pero que es lugar de tránsito obligado de wellboats (naves-tanques para transporte de salmones) que recorren aproximadamente 2 mil kilómetros lineales entre la Región de Los Lagos y los centros salmoneros ubicados en Magallanes.
En el lugar donde se produjeron varamientos de más de 300 ballenas y que fueron detectadas a fines del año 2015 por particulares y posteriormente por una expedición organizada por National Geographic, wellboats que viajaban entre Puerto Montt y Magallanes registraron mortalidades por la presencia del dinoflagelado Karenia mikimotoi en el agua de transporte. Posteriormente se informó la existencia de cuatro especies de Karenina ahí.
Al parecer, el recambio de aguas que hicieron ambas naves en el sector del Golfo de Penas, introdujo el dinoflagelado a la carga causando la muerte de los peces que uno de los wellboats llevaba desde Magallanes para ser cosechados en Puerto Montt, mientras que la segunda nave perdió los smolts que eran llevados desde Puerto Montt para ser sembrados en Magallanes. Un cálculo de la “huella de carbono” asociada a la producción de salmónidos en Magallanes sin duda que arrojaría resultados sorprendentes.
Más aún, el dinoflagelado en proliferación es una especie originaria de los mares de Asia, primeramente descrita en Japón y que es definida como una especie “asesina de peces y de moluscos”. ¿Cómo llegó al Golfo de Penas?
Esta especie tiene una segunda característica o propiedad que podría dar pistas sobre la forma en que llegó a las costas del Golfo de Penas.
La Karenia mikimotoi es un dinoflagelado que se potencia ante la presencia de ambientes marinos anóxidos o anaeróbicos, es decir, ambientes como las aguas de lastre y los que existen en los sitios de emplazamiento de salmoneras en toda la Región de Los Lagos y en Magallanes, donde el 53% de los centros de engorda de salmónidos ya está anaeróbico, como lo señaló la Contraloría General de la República en su Informe Final 211/2016 de Auditoría a SERNAPESCA. Las Regiones de Los Lagos y de Magallanes por desgracia hace rato que dejaron de ser regiones de mares prístinos.
Cientos de investigaciones se realizan ante cada crisis ambiental que generan las salmoneras y por cada crisis sanitaria que ella misma sufre. A pesar de los resultados empíricos de la operación desregulada de la Industria salmonera (porque las flexibles regulaciones existentes, tampoco las respeta) se sigue apostando por ella y poniendo en riesgo el Mar de la Patagonia. Además, nada se sabe sobre el efecto de las mareas rojas sobre los demás peces y las ballenas, y nada sobre como esos dinoflagelados llegaron ahí. A tanto, que a dos años del descubrimiento de la mortandad de ballenas en peligro de extinción aún no hay respuestas sobre sus causas, indica Peter Hartmann.
Los únicos beneficiados con estas crisis son los que ejecutan los estudios, los monitoreos, los análisis y las pruebas a posteriori. Mientras tanto, los estudios de capacidad de carga que exige la Ley General de Pesca y Acuicultura siguen sin ser ejecutados porque no hay financiamiento para ellos: sólo lo hay para el trabajo “forense”.
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