En AMBIENTALES

En el mundo animal y vegetal existen las especies denominadas “invasoras”, fauna o flora que ingresa en una zona fuera de su distribución natural, desplazando a especies nativas, reduciendo la biodiversidad, e incluso cambiando ciclos y funciones de ecosistemas enteros. En Chile tiene en su territorio 25 de las 100 especies más invasoras a nivel mundial.

Para combatir este fenómeno, se lanzó en el país un ambicioso proyecto multinacional, que incluye a Reino Unido, Argentina y Brasil, llamado  “Manejo adaptativo para optimizar el control a largo plazo de las especies invasoras que afectan la biodiversidad y la economía rural”. Este es liderado por la Natural Environment Research Council (NERC), de Reino Unido.

LOS PINOS SERÁN UNA DE LAS ESPECIES ANALIZADAS.

El objetivo fundamental es controlar a largo plazo las especies invasoras, apuntando a su contención, ya que a la fecha se ha vuelto prácticamente imposible erradicarlas. El análisis en Chile se enfocará en tres especies de pino (Pinus contorta, radiata y ponderosa), el visón (Neovison vison) y la avispa chaqueta amarilla (Vespula germanica). La iniciativa, que dura tres años, entregará información estratégica para el manejo directo de las especies y capacitación de científicos, y de desarrollará en la zona centro y sur de Chile, como la región de Los Ríos (donde está el Centro de Humedales Río Cruces, a cargo del análisis del visón y las chaquetas amarillas).

“Este proyecto, financiado conjuntamente, es una oportunidad fantástica para mejorar la gestión práctica, ahora y en el futuro, para preservar la biodiversidad y los medios de vida rurales en partes de Sudamérica que han sido invadidas por muchas especies problemáticas de plantas y animales exóticos. Amenazan con la extinción de algunas especies nativas, imponen un costo económico a las comunidades rurales y transforman paisajes icónicos”, explica Xavier Lambin, científico de la Universidad de Aberdeen (Reino Unido) y líder de la iniciativa.

Como parte de la investigación, se realizarán ciertos pilotos, como experimentos en parcelas de pinos en medio de bosques nativos, para ver cómo responden a la extracción manual, también cómo evitar que se propaguen a fragmentos de bosque nativo, entre otros. “Elegimos esas especies en Chile porque sirven como modelos biológicos. Si sabemos algo sobre ellas, aparte del impacto que causan, podremos entender a otras especies invasoras”, indica Aníbal Pauchard, investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y director del Laboratorio de Invasiones Biológicas.

Pino, visón y chaqueta amarilla

En el caso de los pinos, éstos se reproducen con facilidad independiente del lugar donde estén ubicados, debido al viento. Compiten con los árboles autóctonos por recursos como el agua y la luz, y desplazan a otros tipos de plantas propias de los bosques nativos, evitando su desarrollo y afectando también a la fauna que depende de su existencia. Además, acumulan altas cargas de combustible, aumentando el riesgo de incendios forestales.

El visón, abundante en el sur de Chile, se distribuye en las regiones de Los Ríos y Los Lagos, extendiéndose a las regiones de Aysén y Magallanes. Oriundo de Norteamérica, es un depredador generalista y muy plástico, capaz de adaptarse a diversos hábitatscon distintas condiciones ambientales. Solo en Chile, las pérdidas anuales de biodiversidad por los impactos de visón se estiman en US $8 millones. “Principalmente, ataca a las aves silvestres, pero también a algunos mamíferos pequeños y especies en peligro como es el cisne de cuello negro. Como el visón se transporta a través de cuerpos de agua, como humedales, se ven muy fuertemente impactadas las comunidades establecidas cerca del santuario del río Cruces”, señala Ignacio Rodríguez, director ejecutivo del Centro de Humedales Río Cruces (CEHUM), perteneciente a la Universidad Austral de Chile.

 

Por último, la chaqueta amarilla, es una avispa que se está expandiendo por Chile y Argentina. Este insecto, proveniente de Europa, Asia y el norte de África, ataca a especies nativas e impacta en actividades como la horticultura y el turismo.

En ese sentido, uno de los aspectos importantes que considera el proyecto actual es la limitación de las especies invasoras, ante la imposibilidad de eliminarlas por completo. “Hay especies que ya no se pueden erradicar. Cuando recién ingresan a un país o región quizás podría ser porque son bajos los números poblacionales, pero cuando ya están muy dispersos en el paisaje a veces se tiene que aprender a vivir con las especies. Esto no significa dejar que sigan expandiéndose, sino que las puedes manejar y controlar a través de la contención, reduciendo sus poblaciones”, explica el investigador del IEB.

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