En el pasado mes de julio se registró el primer avistamiento de un gato colocolo en el Parque Nacional La Campana de Olmué, mientras que en mayo se encontró un ejemplar malherido en la zona precordillerana del Maule.
Y es que son contadas y esporádicas las oportunidades de observar esta especie “Casi Amenazada”, tanto así que en el registro entre un avistamiento y otro se hayan distancias incluso de hasta 20 años.
Ejemplares de estos felinos, también han pasado por el Centro de Rehabilitación de CODEFF, como fue el caso de dos cachorros que llegaron a fines del año 1998 desde Tiltil.
“Estaban absolutamente alterados”, recuerda Juan Sufán, quien realizó el rescate de los pequeños colocolo desde el gallinero de un domicilio particular cercano al relleno sanitario de KDM en Tiltil: “En la casa había perros y estaban muy asustados tratando de esconderse en una caja”.
Ambos hermanos eran machos y aparentemente su madre fue cazada. Llegaron a los tres meses al CRFS en Cajón del Maipo, ocupando una jaula más pequeña para que pudiesen ser fácilmente observados. Ante la temprana edad de los felinos, fue un desafío para los profesionales del centro enseñar y estimular sus instintos de sobrevivencia para luego lograr su inserción en el medio.
Una de las medidas principales para ello fue evitar lo más posible exponerlos al contacto humano: “La idea era que estuvieran tranquilos, que no se improntaran con los humanos. Nunca fueron expuestos cuando se hacían jornadas educativas y se mostraban en videos para los grupos visitantes”, relata Vivian Leisersohn, relata Vivian Leisersohn,
quien fuera Encargada del CRFS, del Programa de Educación Ambiental al Aire Libre y del Vivero de Especies Nativas.
Los hermanos colocolo fueron creciendo poco a poco y otro aspecto que significó una preparación interesante fue el que obtuvieran su propio alimento por medio de la caza: “Hubo que enseñarles a cazar porque llegaron muy pequeños y la primera vez que se enfrentaron a un ratón salieron escapando de él”, comenta Bárbara Zentilli, veterinaria y encargada del CRFS por más de 20 años.
Esa actividad que aprenden de la madre o de los padres hubo que intencionarla empleando varias estrategias: “Se les dejaba cada cierto tiempo ratoncitos vivos. Les costó desarrollar el instinto, hubo que forzarlo. Pero finalmente, aprendieron, y al dejarle ratones, ya los cazaban”, señala Vivian.
También, como señala Víctor Olate, el más antiguo cuidador del Centro, fue necesario estimular la captura de la presa viva incorporando dentro de su jaula un lote de ramas de corales cordilleranos para desafiar sus habilidades de asecho.
Cumpliendo algunos meses en su rehabilitación, los ya juveniles colocolo fueron preparados para su liberación, actividad que se lleva a cabo en un sector especializado del Centro en donde se busca que el animal viva del modo más natural posible: “Esto tiene que ver con aislamiento, poca intervención humana. Sólo lo necesario, por ejemplo, la alimentación”, describe Vivian.
Fue entonces, que en el mes de marzo de 1999, finalmente aquellos hermanos colocolo que llegaron siendo unos cachorros, presentaron las habilidades para desenvolverse en su medio. Fueron trasladados a la Reserva Nacional Huemules de Niblinto en la zona precordillerana de la Región del Biobío. Aquel día, llegando a la reserva, ambos felinos se internaron rápidamente por las tupidas laderas boscosas del lugar.