María José es una joven veterinaria de la Universidad de Chile. Desde siempre ha destacado por su personalidad alegre, su gusto por la medicina y los animales y su entusiasmo por las causas que la motivan. Fue así como en 2008 entró a la universidad y en septiembre de 2016 asumió uno de los grandes desafíos de su vida, decidió hacerse cargo del Centro de Rehabilitación de Fauna Silvestre (CRFS) más antiguo de Chile, el de CODEFF.
Pero su historia con el centro no partió en agosto de 2016 cuando le ofrecieron asumir este nuevo desafío, el comienzo de esta relación fue en 2010, en los pasillos de la facultad de veterinaria de su universidad, cuando junto a dos amigas vieron en uno de los pasillos un anuncio que invitaba a los estudiantes a conocer el CRFS y hacer su práctica en el lugar.
Así, buscando distintas áreas de la veterinaria y sin conocer mucho sobre la fauna silvestre, estas tres amigas se acercaron al centro, aprobaron las pruebas pertinentes e iniciaron esta aventura. La primera impresión del lugar las encantó, ver y ayudar a los loros y los zorros de cerca fue una experiencia totalmente sorprendente.
En ese entonces una de las historias que más le llamó la atención a María José fue la de un zorro culpeo que hasta hoy vive en el CRFS y nunca podrá irse del lugar porque tiene una patita amputada, esto debido a que hace algunos años quedó atrapado en un huachi – trampa hecha de alambre que se usa para atrapar conejos en el cerro-. “Cuando llegué al centro vi a ese zorrito así, que por culpa nuestra no podía volver a la vida silvestre…ver en eso las consecuencias de nuestros actos, me marcó”, señaló.
Esta pre práctica profesional ayudó a María José a dar sus primeros pasos dentro del CRFS y la fauna silvestre en general. Al comienzo, solo debía realizar manejos básicos porque aún estaban estudiando. Sin embargo, eso no era impedimento para aprovechar esta gran oportunidad de estar en terreno.
”Ahí aprendí algo más para ser doctora de verdad. Conocí el área, aprendí que la fauna silvestre no es solo un centro de rehabilitación, que tiene más áreas, pero con la que yo siempre estuve más cerca desde la universidad fue con la de rehabilitación”, dijo.
Coincidentemente, y por fortuna de María José, luego de convivir de cerca con los animales, al verano siguiente se puso en marcha un nuevo proyecto del CRFS, el primer voluntariado con estadía. Donde la experiencia permitía quedarse durante una semana compartiendo y ayudando en el centro. Allí todo giraba en torno a los animales, su alimentación, limpieza, bienestar y el enriquecimiento ambiental.
Luego de la pre práctica y esa semana dentro del centro, María José y sus amigas confirmaron su vocación en la fauna silvestre: decidieron quedarse como voluntarias permanentes. Así se mantuvo en el centro por dos años, hasta que sus responsabilidades en la universidad, con su familia y amigos comenzaron a aumentar, por lo que debió sopesar las distintas prioridades y tomó la decisión de alejarse.
“Fue difícil (tomar la decisión) porque a mí me gustaba mucho ir al centro, me encantaba la labor que hacía. Cuando vas para allá, estás lejos y te desconectas de todo, escuchas el río, los animales y ves los resultados de las cosas que haces. Me gusta ir al centro, no era una obligación. De verdad fue difícil desligarme, pero no quedó otra”, señaló.
Después de esa difícil decisión, María José se tituló, trabajó en clínicas atendiendo perros y gatos, pero siempre supo que no se quería dedicarse toda su vida a eso. Por lo mismo, paralelamente, decidió perfeccionarse en el área que le apasionaba e hizo un diplomado de manejo y conservación de fauna silvestre.
Pese al distanciamiento, nunca se alejó totalmente del centro. Y cuando la invitaron a volver a un nuevo proyecto, para ser monitora del voluntariado con estadía de invierno (algo similar a lo que se realiza en el verano, pero por un fin de semana), aceptó de inmediato.
Luego de ese mini retorno, en la vida de María José apareció un desafío: tomar las riendas del CRFS. Así, desde septiembre de 2016 hasta ahora, tuvo que cambiar su rutina por completo. Debió acostumbrarse a asumir nuevas responsabilidades y aprendió desde cero a organizar la información de toda la vida del lugar, sus animales, trabajadores e infraestructura.
Llegar a ordenar un lugar no es fácil, menos si ese espacio tiene casi su misma edad, porque este 2017 el centro cumple 25 años y se espera que se celebren en grande. Para esto María José ha organizado distintos grupos, en su mayoría jóvenes comprometidos con el medio ambiente, en pro de mejorar el centro y la estadía de los animales.
Por lo mismo, ella destaca que el trabajo que ha realizado en estos meses es gracias a los grupos multidisciplinarios que ha formado, las nuevas ideas, energías y compromisos le han traído aires frescos. En este sentido uno de los programas relevantes es la reincorporación del voluntariado con estadía de verano. Las personas que llegaron en ese periodo han sido uno de los grandes apoyos que ha tenido, por ejemplo, en la actualidad hay dos que la acompañan al centro una vez a la semana y la ayuda en todo lo que el lugar y los animales necesiten.
En esta búsqueda por revitalizar el centro, y celebrando el cuarto de siglo, la nueva encargada espera mejorar las jaulas de los animales, adaptarles mejor los espacios a los que ya están y los que vendrán. Así como también desea rearmar la unidad de educación del centro, pues ese era uno de los puntos fuertes que tenía el lugar en sus inicios. Con eso podrá también instalar temas en el debate y entregarle un mensaje de conciencia medioambiental a los niños.
“Siguen llegando muchos loros de mascota que la gente tiene en su casa. Y si nosotros no hacemos ver este problema en la sociedad ¿quién más? Me gustaría ponerlo sobre la mesa porque está tan en boga la tenencia responsable, pero la tenencia responsable no es solo limpiarle la caca a un perro, sacarlo a pasear amarrado y tenerlo esterilizado. Ser una persona con tenencia responsable también es saber que un animal silvestre no se puede tener en la casa. Si no ponemos este tema nosotros, no lo va a poner nadie”, enfatizó.
Cuando María José asumió este nuevo cargo, se dio cuenta de que otra cosa era con guitarra, pero su arribo trajo consigo un nuevo aire para el centro, uno más juvenil y moderno. Por eso mismo hace hincapié en que gracias al trabajo colaborativo de los voluntarios por dedicarle parte de su tiempo esta causa, los diseñadores y periodistas que están ayudando en la celebración y los padrinos de los animales, los planes que tiene para el CRFS se han ido concretando poco a poco.